Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
COMUNICACIÓN, POLÍTICA Y SOCIEDAD. ESTUDIOS Y REFLEXIONES CONTEMPORÁNEAS 222 con lo que en América Latina llamamos educación popular, porque buscaba ampliar las posibilidades de aprendizaje para la gente que no lo tenía. En esas experiencias se habían aprendido cosas, que, en nuestra experiencia pandémica, a veces ni siquiera nos enteramos ni aprendimos. Por ejemplo, en esto que llamamos hibridez, que cuando se desarrolla en las aulas se encuentra con todo tipo de problemas técnicos, organizativos, laborales y, sobre todo, pedagógicos. Si se escucha o no, si ven qué y quiénes, etcétera: todo eso puede mejorarse con tecnología apropiada (que no está al alcance de todos). Pero, también está la presión por mantener la virtualidad total experimentada durante la pandemia, sobre todo los que viven más lejos y los estudiantes que trabajan (o los trabajadores que estudian). Que esos son los destinatarios principales de la educación a distancia tradicional, quienes sólo pueden en las noches y prefieren no trasladarse hasta un local a veces lejano y volver muy tarde, o viven muy lejos del centro universitario y les resulta muy costoso mudarse durante un largo periodo de estudios. El haber abierto estas nuevas posibilidades explica que, en mi universidad, por ejemplo, en el segundo año de la pandemia aumentó la matrícula, y ahora, al menos en la experiencia de la institución donde doy clases, muchos de los nuevos estudiantes presionan por mantener las condiciones en las que ingresaron. Y entonces empezamos a hablar de educación “híbrida” o de sistemas educativos “híbridos”. Pero ¿qué es la hibridez? Creo que hay todavía demasiada ambigüedad y me parece necesario definirlo mejor. Personalmente, llamo híbridos a eventos donde algunos están físicamente presentes y otros en forma remota, mediados por alguna herramienta tecnológica. En términos globales, yo diría que no parece la mejor modalidad a generalizar. Pero no solo por el soporte tecnológico que requiere para asegurar una calidad razonable de recepción e interacción, sino por cuestiones pedagógicas de fondo. Porque el encuentro humano, con los cuerpos físicos presentes, tiene elementos insustituibles enmuchos procesos de aprendizajes y juega un papel clave en la construcción grupal e institucional. Los grupos son células básicas de los procesos de aprendizaje cuya construcción no es automática ni sencilla. Y la construcción de comunidades universitarias requiere no solo de encuentros en las aulas, sino también de los múltiples espacios de socialización informal que la vida universitaria tiene. Creo, en cambio, que es posible conservar y potenciar lo mejor de los dos mundos con sistemas semipresenciales, algo que la educación a distancia tradicional ya había aprendido hace tiempo (Kaplún, 2022). Es lo que explica que esas universidades sigan teniendo sedes centrales y locales, con aulas y espacios comunes llenos de vida -sobre todo en las noches-, donde estudiantes y docentes pueden encontrarse. Además, cabe mencionar que muchos estudiantes universitarios revalorizaron los espacios presenciales educativos. El encuentro físico, la cara de la otra persona, los gestos o el abrazo, son claves en la construcción de vínculos, que eso es también la
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