Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas

COMUNICACIÓN, POLÍTICA Y SOCIEDAD. ESTUDIOS Y REFLEXIONES CONTEMPORÁNEAS 220 Pero esos esfuerzos a veces no están en la política -el Estado, los partidos- sino más bien en lo político, en las cotidianidades desde donde se construyen posibilidades de pensar juntos lo que queremos hacer juntos, y hacerlo. Eso se da en niveles micro, más locales o específicos: jóvenes o mujeres, movilizaciones por problemas ambientales o culturales. Movimientos más “desordenados” también, con mecanismos representa- tivos más caóticos, dónde no está tan claro quién representa a quién, y muchos tienden más bien a representarse sólo a sí mismos en los espacios en que son convocados o se autoconvocan. Más pobres y vigilados, ¿más atentos y solidarios? La segunda área que quiero abordar brevemente es la del mundo social. En este mundo, la pandemia y algunas de sus consecuencias están jugando hoy un papel clave. Se ha dicho que salimos de la pandemia más pobres y más vigilados. Lo comparto, y sé que es otra vez una nota pesimista. Pero creo que junto con este razonable pesimismo -el pesimismo de la inteligencia, como diría Gramsci- hay también signos que alientan horizontes de optimismo. Completando la idea gramsciana, el optimismo de la voluntad de la gente que luchó por sobrevivir y ayudar a sobrevivir. Salimos más pobres... y se han enriquecido algunos de los más ricos. La pandemia fue fuente de grandes negocios, incluida nuestra propia zona de trabajo: la producción audiovisual en plataformas digitales y su consumo creció durante el encierro de las cuarentenas. También los sistemas de vigilancia, que encontraron en la pandemia una oportunidad para desarrollarse, probarse y aplicarse como nunca antes, para posibilitar un rastreo minucioso, lugar por lugar y persona por persona, respecto a los contagios, la enfermedad y las muertes. Para tratar de evitarlos, claro está, pero también con consecuencias imprevisibles hacia el futuro: esta evolución de la vigilancia digital tiene también mucho de orwelliano, como adelantaba Zuboff (2020) poco antes de la pandemia. Pero, junto con todo eso, al menos en algunos casos, tal vez salgamos de la pandemia más atentos y solidarios. Más atentos a los otros y las otras, al que está al lado o está cerca, incluso al que vive conmigo y que en la cotidianeidad de ir al trabajo -volver y estar todo el día fuera- no habíamos atendido bien, y tuvimos que convivir a veces con una intensidad que no queríamos, pero que nos hizo mirarlo a los ojos y mirarnos a nosotros mismos. Y hubo entonces, por ejemplo, grupos de WhatsApp que se convirtieron en formas ingeniosas de dar alimento o de mantener vivo el arte de muchos artistas. Me tocó ver de cerca las ollas populares virtuales, pero que alimentaban de verdad. Como no se podía armar la olla común, ya que juntarse era contagioso, alguien pensó y consiguió armar un sistema en el que unos cocinaban y otros pasaban a buscar

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=