Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
Salvador Percastre-Mendizábal 189 (...) ciertamente Cuba es un ejemplo de cómo ello permitió insertarle en un esquema de multipolaridad a partir del establecimiento de una nueva ética, que ha tenido como base la cooperación, la colaboración (...) difícil imaginar un mundo más interdependiente que el actual en sus periodos de crisis económicas, con mayor velocidad y versatilidad en las comunicaciones, con una globalidad superior en el impacto de las pandemias, ni con una amenaza más incluyente para todos que el cambio climático. (Cabañas, 2010) En el caso de Japón, puede apreciarse otro ejemplo interesante si se tiene en cuenta cómo la derrota en la Segunda Guerra Mundial, así como la ocupación estadounidense, cambió significativamente los medios por los cuales Japón ejercía su poder como potencia regional. En ese sentido, especial atención merece el hecho de la creación de la Constitución de 1947, la cual, en su artículo 9, negaba la posibilidad del uso de la fuerza en las relaciones internacionales de la nación asiática e ilegalizaba la posesión de cualquier poderío bélico para ese fin. Ello provocó que Japón estuviera imposibilitado para ejercer su política exterior con recursos de poder duro, como en la época del militarismo y, por lo tanto, centró sus capacidades en el poder blando. Es decir, a partir de ese momento, comenzó a sobrexplotar las posibilidades que ofrecían la influencia cultural, el involucramiento regional y la confiabilidad económica como sus principales recursos de poder. Por lo tanto, la anomalía derivó en la hiperespecia- lización, entendida como el uso casi exclusivo de los recursos del poder blando, de manera intensiva y extensiva, dentro de la proyección regional nipona hacia la región Indo-Pacífica (Hernández, 2020). De manera que, la proyección exterior de un país, puede definirse como aquellas acciones que se generan desde una nación determinada, en función de sus vínculos internacionales, aunque no formen parte de la política oficial. Tal distinción, ha generado amplios debates a la hora de definir las prácticas de diplomacia con algún apellido, según el campo específico en el cual se practique (económica, científica, cultural, deportiva, religiosa, etc.), a la vez que se ha desarrollado un concepto que reúne desde la sociedad civil a todas estas en la llamada diplomacia pública (Cabañas, 2021a). Por su parte, la Teoría Social de la Comunicación, explica que la comunicación pública forma parte de un proceso de interacción entre los hombres y de acción en su entorno y que estos procesos se producen y reproducen al igual que las organizaciones sociales y sus propios miembros. Por lo tanto, la comunicación pública, entendida como el proceso de producción, distribución y uso de la información y el cambio de las sociedades (entendida como comunicación para el desarrollo), es básica para interpretar la manera en que la comunicación pública interviene en la producción y la reproducción de las sociedades (González, 2017).
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