Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
COMUNICACIÓN, POLÍTICA Y SOCIEDAD. ESTUDIOS Y REFLEXIONES CONTEMPORÁNEAS 176 Introducción Aunque se reconoce la diversidad y pluralidad de contextos, escenarios y trayectorias de las y los estudiantes universitarios en las Instituciones de Educación Superior en México, una gran parte de quienes cursan sus estudios universitarios son jóvenes, que durante su paso por esta institución cumplen la mayoría de edad. En el caso particular de la UABC, la edad de quienes ingresan se encuentra generalmente entre los 17 y 30 años, e incluso de mayor edad cuando ingresan a la modalidad semiescolarizada. Sin embargo, se ha observado una tendencia del 2016 a la fecha, donde tres cuartas partes de la matrícula de nuevo ingreso a la UABC, se encuentran en el rango de edad entre los 17 y 19 años (UABC, 2016). Lo anterior implica que, al alcanzar su mayoría de edad en el contexto universitario, las y los jóvenes adquieren una serie de deberes y derechos vinculados a un ejercicio pleno de su ciudadanía y como parte integral de una cultura política. Para fines de este proyecto, se entiende la cultura política como: “el entramado de valores, imaginarios y prácticas políticas [...] (que) se configura en las relaciones sociales y, por tanto, se integra de un conjunto de significados que comparten los individuos con la comunidad en la que viven” (Tejera y Gómez, 2017, p. 9). Este concepto, parte de una perspectiva amplia de la política, que se fundamenta en acciones o prácticas con sentido e intención vinculadas al conjunto de significados compartidos en determinada comunidad. La participación política es, entonces, la puesta en práctica de estos valores e imaginarios sobre lo público y lo político. Esta “puesta en práctica” de la cultura política, a través de acciones concretas, que buscan incidir en la toma de decisiones de la comunidad a la que se pertenece o, en el menor de los casos, acciones que buscan visibilizar y hacer presente determinadas agendas y discusiones, es como entendemos que se ejerce la ciudadanía. Como lo plantea Perea, hablamos de una ciudadanía desde abajo, es decir ese “vínculo con lo público tal y como lo experimenta el habitante urbano común y corriente, a diferencia de la ciudadanía prescrita desde el Estado y la norma constitucional” (2008, p. 57). Sin embargo, el ejercicio de la ciudadanía no está exento de tensiones, problemas e incluso contradicciones, las cuales surgen principalmente de la crisis del Estado-nación como referente de lo político; lo que genera la consecuente pérdida de confianza en las instituciones políticas que ha derivado en un particular desencanto hacia el quehacer político y el desinterés en la activa participación de las decisiones de política pública. Todas estas razones nos llevan, a prestar mayor atención, a los procesos de formación ciudadana de las nuevas generaciones, siendo la Universidad un espacio privilegiado para su observación, pues como plantea Habermas: «los seres humanos, aprendemos unos de los otros. Y eso solo es posible en el espacio público de un medio cultural estimulante» (2006, p. 21). Es precisamente el claustro universitario
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