Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas
Salvador Percastre-Mendizábal 151 Por otro lado, Hanna Pitkin, otro de los autores clásicos que abordó a la representación y su relación con la satisfacción, en su libro El concepto de representación (2014), se aproxima a la idea de satisfacción política desde una perspectiva un tanto distinta, ya que la analiza por medio de la lente socio-política. Nos ilustra acerca de lo que se debe entender por “representación política”. Dice Hanna F. Pitkin que en el campo socio-político: La representación significa actuar en interés de los representados, de una manera sensible ante ellos. El representante debe actuar independientemente; su acción debe implicar discreción y discernimiento; debe ser él quien actúe. El representado debe ser también (se le concibe como) capaz de acción y de juicio independientes, y no comportarse meramente como necesitado de cuidado. Y, a despecho del potencial resultante de cara al conflicto entre representante y representado sobre lo que ha de hacerse, ese conflicto por lo común no debe tener lugar. (2014, p. 265) Regresando a la reflexión emanada de la “teoría de la representación” de Thomas Hobbes (1990), particularmente donde nos dice que la representación y satisfacción “tiene el sentido genérico de aprehensión cognoscitiva de un objeto” (Hobbes, 1990, p.133); deducimos que probablemente la acción o efecto de “aprehender” pudiera relacionarse con la captación de los deseos ciudadanos, o bien, con la aceptación de la voluntad popular. Pitkin relaciona la representación política con el “actuar en interés de los representados” (2014, p. 265). Para que surja la “representación política” es indispensable que los representantes, al desarrollar sus funciones, así como sus motivaciones, alberguen al menos la idea de otorgar satisfacción a sus representados. Sin embargo, al ejercitar estas dos ideas, la captación de los deseos ciudadanos y el otorgamiento de satisfacción a los representados, y tonificarlas en el cuerpo llamado sistema democrático representativo. José A. Ruiz alerta sobre el choque producido entre el principio jurídico Quod omnes tangit debet ab ómnibus approbari, “lo que a todos concierne, por todos debe ser aprobado”, el gran argumento a favor de la democracia, y la naturaleza de la representación: “lo que a todos afecta por unos pocos en nombre de todos deberá ser aprobado […] nos lleva a una divergencia entre la esencia no democrática de las instituciones políticas representativas y el ideal democrático” (1997, p. 102). Tres elementos se enfrentan: por un lado, la democracia, por el otro, la representación y por supuesto, la satisfacción. En el mundo, la desafección política ha sido descrita y documentada por la doctrina. Mariano Torcal (2006) usó datos de encuestas mundiales para medir niveles de desafección política en varios países, especialmente en las “nuevas democracias”, concentrándose en las instituciones de representación, como los partidos políticos. Por
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