Comunicación, política y sociedad. Estudios y reflexiones contemporáneas

Salvador Percastre-Mendizábal 141 Las formas de uso de la comunicación hipermediada pueden afectar, de manera positiva o negativa, tanto a la política en general, cuanto a la acción colectiva en particular, de numerosas formas. Nie Jr. considera al menos tres de ellas: aumentan la porosidad de las fronteras y disminuyen la relevancia de los límites jurisdicciona- les, permiten que algunas comunidades virtuales puedan desarrollar sus intereses de manera independiente de la geografía y pueden fragmentar el sentido de comunidad y legitimidad (2002, pp. 9-10). Ha quedado despejado que las tecnologías inter comunicativas digitales son impulsadas por la confluencia de servicios y plataformas de manera más amplia y poderosa que las técnicas mediáticas tradicionales, lo que ha derivado en una mayor interconexión entre los usuarios. Sin embargo, esta interconectividad no se traduce en una democratiza- ción automática de las organizaciones sociales (Papacharissi, 2010, p. 17). Pese a que es difícil predecir los efectos políticos de la Interred, no cabe duda de que las tecnologías convergentes “han creado nuevos y poderosos guardabarreras de la información; han facilitado la organización y la participación política de algunos ciudadanos, y les han dado a los agentes políticos herramientas muy sofisticadas para el análisis político y de la comunicación” (Applbaum, 2002, p. 31). Una aproximación más nivelada, incluso más extendida, comprende la aceptación, no contradictoria, que dentro y fuera del ciberespacio caben ambos intereses: personales y sociales. Por lo tanto, es aconsejable apelar a una reconciliación de las necesidades personales de los cibernautas con las obligaciones comunitarias en el mundo digital (Shapiro, 1999, p. 209). Finalmente, Hacker y Van Dijk, con una postura balanceada, alertan sobre las posibles ilusiones e incluso prejuicios, al tratar de realizar esfuerzos para mejorar la democracia, sin un serio esfuerzo para relacionar la llamada democracia digital con las diversas democracias orgánicas o institucionales que operan en el mundo real (2000, p. 2). Este punto de vista, parte de la idea de que no es posible desvincular la participación política digital, de las actividades llevadas a cabo en el mismo sentido en el mundo no virtual. De hecho, para ser efectivas, una requiere de la otra. Conclusiones El ecosistema hipermediático global que existe en la actualidad, ha generado un agudo y muy nutrido debate académico sobre su influencia en la sociedad, sobre todo, ha provocado que innumerables analistas tengan una opinión demasiado optimista, muy pesimista o escéptica sobre la forma en que la ciudadanía puede participar políticamente y si las tecnologías digitales actuales han creado o están desarrollando una democracia digital.

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