Cambio climático y desastres naturales: el caso del Área Metropolitana de Santiago

209 sible identificar dichas áreas como resultado de los registros an- teriores, dada su recurrencia. Inmediatamente el colapso afecta a los sistemas de trasporte, especialmente en el trasporte en su- perficie. Las ocasiones en que la afectación está en el METRO, los problemas se acentúan críticamente y se consagran colapsos y paralizaciones prolongadas. Estos riesgos ambientales son de especial gravedad con las ame- nazas aluvionales, que dadas las condiciones geográficas de la cuenca del Gran Santiago (ubicada en la Hoya hidrográfica del río Maipo), se constituyen en la principal modalidad del riesgo de desastres. Las zonas urbanas precordilleranas, especialmente las de la zona Oriente del Gran Santiago, ya han ocurrido en ocasiones históricas de los últimos 30 años, en áreas de riesgo de grave impacto, como ocurrió en Alto Macul en el 1992 y como ha acaecido de modo más continuo en las localidades altas del río Maipo en San José de Maipo y su extensión hacia Puente Alto e inmediaciones. Los deslizamientos de tierra abruptos y los alu- viones en toda línea, han acompañado a las graves afectaciones en viviendas y servicios urbanos y han ocasionado la acentuación crítica de la producción y posterior distribución de agua potable en el Gran Santiago. Ciertamente no se trata estrictamente de “fenómenos invernales”, sino que se han comenzado a producir en otros periodos estacionales. Así tenemos un diagnóstico probado en las últimas décadas de un Santiago gris y precaria, de un Santiago inundable y de un Santiago con riesgos aluvionales creciente. Es perfectamente pro- yectable que incendios de creciente magnitud, fuerza y extensión territorial, se vayan agregando como problemas previsibles am- bientales. La sequía y estrés hídrico prolongado de más de una década continua, hace que tengamos concentraciones de días de temperaturas extremas, que provoquen estos desastres que por el momento han tenido extensión acotada. El complejo u difícil abastecimiento y distribución de agua potable, no hace sino in- centivar estas emergencias previsibles. A los riesgos naturales inherentes de la cuenca, el Gran Santiago agrega sus propias características de desigualdad y segregación social y sus precariedades manifiestas en amplios territorios de su geografía. De allí que hablamos en plena propiedad de desastres socio naturales, en donde las características sociales y territoria- les agregan riesgos substantivos. En dicho sentido, la situación del AMS tiene similitudes interesantes con la Ciudad de México, Lima, Bogotá y ciudades de un rango metropolitano similar. En dichas comparaciones, el Gran Santiago ofrece precariedades sig- nificativas en su institucionalidad pública y sus débiles condiciones de gobernabilidad. La ausencia de un “gobierno metropolitano” dotado de atribuciones significativas y propias, es la principal de ellas y que nos pone “a distancia” de México y de Bogotá. Agre- gándose, por cierto, que acciones estructurales en la gestión y el devenir de esta metrópolis supone intervenir severamente en los rasgos fundamentales del modelo de desarrollo prevaleciente 231 . Bajo el contexto anterior, incentivar los fondos verdes para la disminución de Dióxido de Carbono y Monóxido de Carbono, como también, invertir en infraestructura y servicios urbanos re- silientes al clima y bajo en carbono, será un hito clave para todas las grandes metrópolis del mundo y, especialmente, de Latinoa- mérica para la sostenibilidad ambiental. La extensa y variada zona rural adyacente al AMS, que configu- ran la entidad formal de la Región Metropolitana, tiene caracte- 231 BID, ADB, European Bank, & ADBG. (2019). Oportunidades para las ciu- dades sostenibles. En Promover Ciudades Sostenibles Perspectivas Regionales Resumen Ejecutivo (págs. 1-12).

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