Cambio climático y desastres naturales: el caso del Área Metropolitana de Santiago

140 Área Metropolitana de Santiago. Expansión Urbana y Vulnerabilidad frente a desastres socio-naturales en las últimas décadas “el crecimiento de la mancha urbana ha sido principalmente autoría de privados” , señalando que en la actualidad casi toda la expansión del Gran Santiago se debe a los privados que construyen viviendas, oficinas, comercios o industrias, en zo- nas que eran tradicionalmente rurales. Tokman (2006) relativiza esta afirmación, señalando que hoy el Minvu construye mucho más allá del límite del Área Metropolitana. Es innegable que esta expansión de la mancha urbana, que se extiende más allá del límite urbana, se expresa en la integración progresiva de comunas y áreas rurales al interior de estas, proce- so que ocurre “a través de la expansión por loteos rurales, al menos en el caso de las parcelas de agrado, que aparecen relacionadas a población urbana y metropolitana” 158 , con un particular intercambio de pobla- ción que habita en esta expansión, en donde los habitantes de es- tas zonas tradicionalmente urbanas, generalmente de economías de subsistencia, no resisten la presión del mercado del suelo, y terminan trasladándose a las comunas populosas del “borde” de la metrópoli, y sus antiguas tierras dan pie a asentamientos de po- blación de mayores recursos, provenientes de comunas del Gran Santiago, principalmente de sectores centro y oriente. Este se- gundo proceso es reforzado por los mecanismos de planificación por condiciones (como las ZODUC y las PDUC, entre otras), y que finalmente provocan la integración de las áreas rurales al sistema metropolitano. Esta expansión urbana hacia áreas tradicionalmente rurales ha provocado externalidades negativas pare el conjunto de la me- 158 Contreras Munizaga, Ignacio (2019): “Expansión urbana por loteos rurales y su impacto sobre el desarrollo urbano sustentable. Caso de estudio: comuna de Melipilla, Chile; período 2006-2018”. Tesis para optar al grado de Magíster en Desarrollo Urbano y al Título Profesional de Planificador Urbano. Instituto de Estudios Urbanos y Territo- riales - Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. generalmente dejando cierto espacio para construir por un par de años; a medida que el terreno se iba ocupando y el Minvu ne- cesitaba más espacio para construir viviendas, ampliaba el límite; el nuevo límite incorporaba las trasgresiones pasadas y dejaba espacio para unos años más”. En consecuencia, sostiene que la expansión urbana no puede atribuirse a la Política del año 1979, y al DS N° 420, Este planteamiento sería coincidente con la velocidad de varia- ción histórica de la “mancha urbana” que muestra el cuadro 9, en donde podemos apreciar que su crecimiento anual promedio, en hectáreas, fue de 361,2 entre 1940 y 1952; 726,8 entre 1952 y 1960; 1.067,6 entre 1960 y 1970; 853,3 entre 1970 y 1982; 719,0 entre 1982 y 1982, disminuyendo su crecimiento a con- tar de la década del 80. Medidos en tasa de crecimiento medio anual, los mayores crecimientos, en porcentaje, se dan en los pe- ríodos 1952-1960 y 1960-1970, con un 4,10 y un 4,17 por ciento anual, respectivamente, para disminuir en los períodos siguientes 1970-1982 y 1982 – 1992 a un 2,35 y un 1,59 por ciento, res- pectivamente, estos últimos en los que estuvo vigente la Política y D.S. de 1979 que luego, de seis años, quedó sin efecto por la promulgación la de nueva Política del año 1985. En definitiva, el planteamiento de Petermann, cuestiona la efec- tividad del límite urbano como herramienta de expansión de la ciudad, dada la evidencia que la mancha urbana se siguió ex- pandiendo, incluso una vez repuesto el límite urbano. Asimismo, relativiza el rol del mercado en la expansión del Gran Santiago, responsabilizando fundamentalmente al MINVU por sus políti- cas de vivienda e ir “corriendo” el límite para acceder a nuevos terrenos de menor valor para la construcción de vivienda social, lo que paradojalmente es una consecuencia del mercado del sue- lo. Por último, hay un reconocimiento de Petermann (2006) que

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