Cambio climático y desastres naturales: el caso del Área Metropolitana de Santiago

103 miento público, no hay razón para no trabajar que Chile dispusiera de plantas oceánicas de producción de agua para bebida, industrial, minera y de riego (en combinaciones variables), de modo que cada 400 km de nuestra costa desde Arica a Valparaíso dispusiéramos de esas plantas productivas, las que en el tiempo deberán ir mejorando tecnologías y ajustando costos. Ello llevaría a una producción de agua segura para la población, el regadío agrícola y las necesidades industriales y mineras. Adicionalmente su operación con energías renovables hace la combinación enteramente deseable agua-ener- gía por la que el país debe optar con decisión. La agenda en varios sectores productivos estratégicos debe ser identificada, en la puesta en práctica de “formas de minería ver- ción científica y técnica y con un gran respaldo de la ciudadanía y la opinión pública. Otro tanto puede ocurrir con el Hidrógeno Verde, el combustible más prometedor del planeta, para el que Chile cuenta con ven- tajas importantes si usa a plenitud sus energías renovables para la electrólisis del agua que produce el combustible hidrógeno. El que Chile esté trabajando el tema, a nivel de asociación públi- co-privada, y con la participación de las grandes empresas de ingeniería y procesos, constituye uno de los cambios ambientales climáticos más prometedores. La agenda debiera comprometer esfuerzos en varias otras di- recciones, siendo la principal la cuestión del agua. Su escasez amenaza con convertirse en el tema vital ambiental y climático, porque además se liga a una forma de gestión del agua particu- larmente amenazante, cual es el otorgamiento de derechos de propiedad a privados, impidiendo un manejo de gestión global de recursos de interés público y social. La crisis del recurso hí- drico expresa quizás si el desafío principal de la futura acción climática y ambiental de Chile. Es altamente probable que la nueva Constitución Política platee una modificación radical en esta materia al reconocerse el agua como un recurso natural de uso público, lo que debiera ir acom- pañado de una prioridad constitucional sobre su uso, y una regu- lación pública general sobre los recursos naturales y los ecosiste- mas. Ya el debate constitucional sobre las materias ambientales y climáticas se encuentra “en la carta del debate constitucional”. La producción de agua con plantas oceánicas es toda una cuestión a ser reforzada con intensidad en esta década. Recién terminada y en operación la planta de Caldera como empresa y con financia- Inauguran en Copiapó la mayor planta de energía solar de Latinoamérica. Fuente: El Economista.

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