Metodologías críticas: experiencias y debates en el campo de las ciencias sociales y la salud

67 el mito de la modernidad nos sigue dañando «correlato biológico» de los llamados «trastornos mentales» cuando al final de su carrera llaman a no buscarlo, que es tiempo perdido (Berrios, 2011). Y digo trastornos, ya que, siendo fieles a la tradición positivista, no podemos hablar de enfermedades cuando el origen es una relación en disputa integrada por las definiciones de mente-cerebro. Pero ¿cómo entonces nos creemos estos cuentos? Retórica, redes y centros de producción de pensamiento reproducen estas epistemologías de muerte sin mirarse a sí mismas realmente sobre las consecuencias de sus actos. No se trata de olvidar a los demás, y tampoco sé si se trata de crear una psiquiatría decolonial o feminista (lo que sería un gran desafío). Pero sí sé que se trata de imaginar otros sistemas de cuidados. ¿Hasta cuándo seguimos creyendo que «lo mental» es un fenómeno individual? En el tradicional y nada innovador campo de las deter- minantes sociales es sabido que ingreso, vivienda, educación, transporte, participación social, entre otras, son absolutamente determinantes en el nivel de salud y calidad de vida de la pobla- ción (García-Ramírez & Vélez-Álvarez, 2013). O, como gusta decir en el campo de la biomedicina, hay evidencia de sobra. Sin embargo, podemos decir con seguridad que todavía seguimos haciendo poco por la salud. En realidad, nos ocupamos de las enfermedades. Y esto no es nuevo. Lo han dicho otras per- sonas antes que yo (Menéndez, 2005). Pero hoy ni siquiera las enfermedades son certezas, ya que, si analizamos las fuentes de las etiquetas de esas entidades que aseguramos son unívocas y estables a través de ese «sólido» campo llamado biología, todavía tenemos mucho que reflexionar y hacer (Lock & Kaufert, 2001; Radick, 2005). Hace años que existen grupos que escuchan sus propias voces y estas les ayudan a sortear la vida neoliberal (Blackman, 2001). En el mundo mapuche, por su parte, incluso ofrecen tra- bajar con personas temas de «salud mental», aun cuando la salud mental no existe dentro de su complejidad interrelacional.

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