Metodologías críticas: experiencias y debates en el campo de las ciencias sociales y la salud
13 notas para un prólogo mismo industrial que pastorea esos campos y rebaños. La publi- cidad sobreestimula a los anestesiados por la sobreestimulación de siempre de la misma publicidad (Baudrillard), y así los sobrea- nestesia y nada ya les llama , nada cala en ellos que no sea inflado de signos y espectáculos y dulzuras intensas. O el trabajo en los tiempos neoliberales que nos hace ya no postrados ante el poder de la mercancía (como ante un fetiche, decía Marx) sino que nos hace directamente mimetizarnos con ella ( uno es su capital , que dicen en las conversaciones que escucho). Siendo así, todos somos como el antiguo empresario al que le hablaba Franklin: tiempo es dinero , y falta tiempo, y dinero no es que sobre. Ahora la ley es la sobreexplotación laboral, así sea para el éxito entre los nuevos dirigentes o para reproducirse no más, los restantes. Pero es la ley del sobrees- fuerzo. Y de yapa o complemento, el reviente siguiente como escape de la tensión y la carga de tanta labranza (así se vive el neoliberalismo intenso, entre la performance productiva y el éxtasis o reviente de descarga, dicen Dardot y Ducrot). Con tanto esfuerzo, ¿cuál fuerza queda?; y la voluntad es una de las fuerzas principales en el reino de los mundos subjetivos. Como sea, el ánimo, eso que lleva a los animales a moverse, como seres animados que son, la voluntad o el querer, es lo que está bien custodiado como nunca, hasta por el goce, en este tiempo. Y el huerto comunitario es todo lo hermoso y deslumbrante, como una maravilla en el libro de Alicia, pero aquí los personajes están tomados por fuerzas poderosas que los reclaman con toda la potencia que necesiten. Gusta, la milpa comunitaria, pero cansa, y cansa del ánimo más que del cuerpo, pues requiere el ejercicio inmenso de “recuperarse”, “volver a ser dueño de sí”, levantarse en vez de aplacarse al llamado de la renta o del simulacro. Se hace difícil llevarlo, y tanto que cuesta que no es extraño que las mismas hermosuras no puedan reproducirse a sí mismas. Se los come la corriente principal, esa que tiene sede en el verso subjetivo popular, en esa corriente verbal continua que nos recorre, ya dicha.
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