Innovación social y pública: experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea

CAPÍTULO VII. Innovación para la inclusión Experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea INNOVACIÓN SOCIAL y PÚBLICA 708 propone Strengers (2002), no es suficiente para enfrentar este problema por dos razones: los viejos no pueden organizar movimientos activistas, además de que estos movimientos sociales buscan soluciones generales sin que su dinámica pueda atender a necesidades individuales. Es necesario recuperar y desarrollar el bien común de apoyo al proceso de protección del añoso que desarrolla dependencias, aunque no presente enfermedades concurrentes. La vejez es un estamento social compuesto de individuos que tienen modos singulares de envejecer. Un proyecto de innovación social para el envejecimiento ha de comen- zar por ser escuchado, lo que requiere que la persona mayor utilice su lenguaje habitual proveniente del sentido común que se hace oír mediante las éticas relacionales: reconocimiento, resonancia y responsividad. Las necesidades del senescente, más allá de lo material, apuntan a recuperar el dominio de los tres fundamentos antropológicos trascendentales: relacionalidad, trascendencia al mundo, y trascendencia de sí. Desde la antropología El ser humano que envejece cronológicamente es visto como una exis- tencia disminuida en su valor social al ser excluido de la actividad productiva y reducido en su capacidad de consumo, además de recibir una pensión cuyo monto se reduce al ritmo del crecimiento demográfico y la longevidad de los senescentes. Las insuficiencias de las respuestas sociales subsistirán mientras el envejecimiento y la vejez se aborden con una óptica sociológica, sin considerar que ha de primar el enfoque antropológico, por cuanto lo que envejece no es un estamento social, sino que seres humanos cuyos modos de vivir y envejecer son personales y propios. El envejecimiento es un proceso singular y diferenciado para cada individuo, que mal puede enfrentarse como un estamento. La antropología como disciplina secular y moderna abandona la idea que el ser humano tiene una naturaleza estable e invariable, que es una creatura que recibe la vida como un don inherentemente provisto de dignidad (Sandel, 2009), voluntad autónoma, derecho a la vida. Obsoletamente esencialista es pensar al humano como un ser excepcional que mantiene una diferencia óntica entre el ser humano y “el resto”, y se aferra al dualismo ontológico que sostiene la existencia de “ dos modalidades de ser ” (Schaeffer, 2009: 26).

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