Innovación social y pública: experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea
CAPÍTULO I. El desafío de lo público 61 Experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea INNOVACIÓN SOCIAL y PÚBLICA Sin perjuicio de esta ambigûedad, parece existir cierto consenso en cuanto a que la innovación pública sería un proceso complejo y repetitivo a través del cual se definen problemas, se desarrollan y mezclan nuevas ideas, se prueban, diseñan y rediseñan prototipos y pilotos, y se implementan, difunden y problematizan nuevas soluciones, con el propósito de crear “valor para la sociedad” o “valor público” (Chen et al., 2020; European Commission, 2013; Moore, 1995; Mulgan, 2007). El concepto de valor público, suele ser construido de manera casuística. En la práctica, el “valor” de una o más acciones del gobierno o sector público es estimado por la ciudadanía de conformidad con sus resultados o impactos (Benington y Moore, 2011; Kelly et al., 2002). Así, el valor público puede ma- nifestarse en i) servicios más eficientes , de mayor calidad, y que aumenten la satisfacción de los ciudadanos; ii) impactos sociales deseables , tales como mayor cohesión, equidad, seguridad, o bien salud, educación, entre otros as- pectos; y iii) confianza y legitimidad de los ciudadanos sobre la provisión de servicios públicos (Kelly et al., 2002). En esta línea, el Gobierno de Chile ha considerado expresamente que “la modernización, transformación e innovación en el Estado son procesos que deben estar enfocados en recuperar la confianza de la ciudadanía, generando una nueva relación entre el Estado y las personas” (Ministerio de Hacienda, 2022). Por su parte, el Laboratorio de Gobierno (2022a) entiende “iniciativas de innovación” como “todas aquellas iniciativas, proyectos o programas que buscan generar alguna mejora ya sea en los procesos de trabajo dentro de la entidad, como en su relación con personas u otras instituciones usuarias o beneficiarias”. La ambigüedad del concepto de innovación pública no ha sido un impedimento para otorgarle un contenido normativo marcadamente positivo (Pollit, 2011). Esta aproximación es sesgada, en cuanto omite e invisibiliza completamente que el fracaso es parte inherente del proceso de innovación (Potts, 2009; Townsend, 2010; Van der Panne, 2003), y peligrosa, en cuanto le pone una carga adicional a aquellas ideas o proyectos de mayor riesgo (Boch et al., 2014), como aquellos en que la creación de valor público no es inmediata o no está mínimamente asegurada. Esto último, como veremos a continuación, es extremadamente importante, dada la variedad de desafíos que deben sor- tearse para crear valor público.
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