Innovación social y pública: experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea

CAPÍTULO III. Desarrollo rural 311 Experiencias y aproximaciones a la complejidad contemporánea INNOVACIÓN SOCIAL y PÚBLICA en Chile suelen trabajar de manera bastante atomizada, apoyados de forma más o menos estable por otros miembros del hogar y/o recurriendo a mano de obra externa —en general con relaciones informales—para ciertas labores ocasionales, como la cosecha. En ello, es importante mencionar que existen ciertas particularidades en el caso de productoras mujeres. Según los datos del Censo Agropecuario de 2007, la jefatura predial femenina era del 30% —en 1997 era del 21%— con- centrada principalmente en los predios de menor tamaño y generación de valor bruto de la producción (ODEPA, 2009). De hecho, las pequeñas agricultoras chilenas, sobre todo en los casos que no generen el ingreso principal de sus hogares, ven la actividad productiva como algo secundario que atender una vez que hayan cumplido con los cuidados del hogar (Boza et al., 2018a). Así, las pequeñas productoras tienen otras limitantes relacionadas con la mayor dedicación relativa a las mencionadas labores de cuidados, la baja autoestima, el escaso apoyo desde las familias y las dificultades para movilizarse (Cortés et al., 2017). Además, hay una importante presencia de los pueblos indígenas, en especial el mapuche, en la AF. Estos agricultores tienen un alto potencial, con- siderando que tienen un bagaje cultural comunitario, lo que podría facilitar el trabajo asociativo y de respeto a la tierra. En la actualidad un factor cada vez más buscado por los consumidores interesados en la sustentabilidad, además de que aporta a la mitigación y adaptación al escenario de cambio climático. En efecto, los pueblos indígenas conservan prácticas agrícolas ancestrales, como el cultivo de variedades tradicionales. Un ejemplo son las prácticas asociadas al cuidado de la huerta mapuche, desarrollado principalmente por mujeres que transmiten sus saberes de generación en generación (Monsalva y Carrasco, 2017). Como ha sido señalado, para movilizar sus productos hacia los merca- dos la AF suele relacionarse con intermediarios. Estos se encargan de acopiar los productos, trasladarlos y negociar los términos de su venta. En general los intermediarios no les exigen a los agricultores que respalden sus entregas con facturas, guías de despacho o alguna otra formalidad. Además, tampoco les piden comprobar el cumplimiento de requisitos sanitarios. En algunos casos, los agricultores tienen sus propios galpones de acopio y venden directamente en el mercado mayorista, tanto su producción como la de otros, por tanto, es frecuente así mismo el doble rol de productor-intermediario.

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