Huella y presencia (tomo VII)

HUELLA Y PRESENCIA VII PREMIO "AMANDA lABARCA" 2004 Discurso de agradecimiento Dra. Cecilia Hidalgo Sorpresa, total sorpresa fue mi primera reacción al escuchar que el rector me informaba por teléfono la decisión del jurado: Otorgar- me por unanimidad la condecoración Amanda Labarca este año. Y tras la sorpresa, vinieron muchas otras emociones, ideas y pensa- mientos que han rondado por mi cabeza por más de un mes. Grati- tud, sensación de profunda humildad frente a este gran honor y talvez un poco de incredulidad por haber sido escogida. Ycréanme qtie he pensado mucho qué podría decir en esta ocasión. Y he decidido compartir con ustedes la vida que he tenido, pues estimo que es importante que como mujer y como profesora universitaria les cuen- te, aunque sea en forma breve, el camino que he recorrido hasta llegar a este punto. Y para tratar de darle un poco de orden a estas palabras, quiero comenzar con mis años de infancia y adolescencia. Como ya lo dijo la Dra. Colomba Norero, yo soy la mayor de 4 hermanos. Desde muy joven siempre tuve que ayudar a mi mama a cuidarlos, ya que mi padre, ingeniero del Ministerio de Obras Publicas, pasaba gran parte del tiempo en terreno. Y por lo tanto desde mis primeros años tuve que aprender a cuidar a mis hermanos. Debo decir acá que en mi niñez mi madre fue una figura severa. Siempre me pidió rendir al máximo de mis capacidades y no me permitía flaquezas. Ysi bien este tipo de entrenamiento es duro para una niña, no es menos cierto que me transformó en una persona luchadora, lo que me ha permitido superar muchos obstáculos en mi vida. Estudié mi primer año de preparatorias en el colegio La Divina Pastora, y de ahí pasé al Liceo Manuel de Salas, cuya creación im- pulsó Amanda Labarca, donde cursé segunda y tercera preparato- ria. Pero mi padre fue trasladado a Antofagasta y hacia allá partimos todos por tres años en los cuales estuve en dos colegios diferentes: el Liceo de Niñas de Antofagasta y el Instituto Santa María. Pese a que nos habían asegurado que al ser trasladado mi padre nuevamente a Santiago, mi hermano Fernando y yo podríamos vol- 104

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