Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII ce que el tiempo que les puede dedicar es cada vez más escaso. Sin embargo se las ingenia para ir al cine -le gusta de todo- y hace Tai- chi con regularidad, teniendo claramente la sensación de contacto con otras energías. Volviendo atrás: la convicción de querer realizar investigación la hace decidir ingresar a Bioquímica en 1958 a la FacultaB de Química y Farmacia, donde se gradúa con honores, teniendo el increíble lo- gro de que su trabajo de tesis fuera publicado en el Jo-µrnal of Cell Physiology. Su tutora de tesis fue Mitzy Canessa, destacadísima inves- tigadora chilena, de quien Cecilia tiene el mejor de los recuerdos, no sólo como científica sino como una mujer de gran independen- cia, libre de toda convención y con la cual entabló una gran amistad. Fue el tiempo de las primeras grandes decisiones: matrimonio, hijos, doctorado. Respecto a este último, Cecilia, al revés que sus cole- gas, decide hacerlo en Chile, en lo que hasta ese entonces era un proyecto de Programa de Doctorado en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Fue influenciada en esta decisión por la propia Mitzi Canessa pero también por Mario Luxoro y Eduardo Rojas. Tra- baja entusiasmada en Montemar y para financiar su tesis sobre flujos de Na en axones gigantes del calamar, escribe un proyecto que gana financiamiento en CONICYf a los 26 años, lo que le da independen- cia, situación plenamente deseada a lo largo de toda su vida. Es esti- mulante escucharla referirse al ambiente que se vivía en Montemar a fines de los 60 y el contacto internacional. de gran nivel que se logró en ese Centro, verdadera cuna de la biofísica chilena. Se gradúa como la primera mujer Doctora en Ciencias, siendo,junto a su primer ma- rido los dos primeros en obtener ese grado en la Facultad de Cien- cias. Con el fin de ampliar su formación efectúa su postdoctorado por medio de una beca en el National Institute of Mental Health en Bethesda, lo que dura tres años, muy fructíferos en el apr~ndizaje de técnicas y el contacto con grandes biólogos moleculares. Su vuelta a Chile en el 72 fue marcada por acontecimientos perso- nales y profesionales. A poco andar siente que el ambiente en Chile no era propicio para efectuar investigación y migra en 1974 a Boston con su familia, a la que se agregan 2 hijos de su segundo matrimonio. En Boston realiza una carrera magnífica, llegando a obtener un nombramiento como Associate en la Escuela de Medicina de Harvard. Fueron diez años intensamente productivos en que continuó su línea de trabajo sobre la regulación de transporte de Ca en el músculo. Sus 100
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