Huella y presencia (tomo VII)
H UELLA Y PRESENCIA VII cia que su conocimiento tiene para quienes se sienten parte de nues- tra Facultad y quieren dar más sólido cauce a su pertenencia, o para aquellos que, desconociéndola, necesitan aproximarse a sus fuentes y rozarse, con sus devotos, -con el lenguaje que reconoce en ella una prioridad y un interés dilecto-, creemos indispensable no sólo recalcar esas apreciaciones sino que señalar algunos hitos de espe- cial atracción porque, a mi parecer, en ellos se expresan con inusita- da elocuencia, la fuerza y legitimidad de esos valores. Porque como bien lo propone Fernando Lolas, en est1 mismo rin- cón de confidencias, rememorando una "carta sobre el pasado"(11:64- 67) y tras enumerar distintas alternativas de elaboración de la histo- ria, acota: "bajo cualquiera de estas posibilidades, el pasado es con- vertido en pasado consciente"... "La labor de los historiadores pro- fesionales es el telón de fondo en el cual cada nueva generación va inscribiendo, en la arcilla tan maleable del pasado, sus propias in- quietudes y angustias, sus búsquedas del propio valer, el siempre re- novado hálito de la nueva vida. La consideración del pasado es más o menos siempre una consideración del presente con ojos de espe- ranza"... "Esto es así porque nadie llega a un mundo por hacer sino a uno ya en buena medida hecho. Porque nadie viene un buen día a preguntar, sino a lo sumo a compartir preguntas ya hechas y quizá olvidadas. En la medida en que tú y yo podamos sentirnos compar- tiendo la vida que fue, estaremos en condiciones de valorar lo que podemos hacer". Cómo no resaltar, entonces, la subyugación alcanzable al poten- cial lector, de los relatos impregnados de información, anécdotas e interrogantes, de aseveraciones y claves, de entrega de ya olvidados secretos pero llamados, todavía, a satisfacer conscientes expectati- vas, tras una prolija y emprendedora aventura en una alfombra má- gica, como la con que nos invita, por ejemplo, Allende, a recorrer la ciencia (I: 23-26 y III: 23-32). Esta cita, inserta en el escenario virtual de la vieja escuela y en el marco evolucionario de acercamiento a la academia, se torna particular, evasiva, ambiciosa o austera a través de las páginas cursoras e historiadas de varios y polifacéticos autores. (Costa, I: 27-37; Hervé, I: 47-59; Pizzi, I: 103-119; Puente, 11: 87-112; Maturana, VI: 47-56; Cabrera, VI: 165-174; Artigas, VI: 239-247; entre muy diversos otros). Mayor realismo, no sé si parcialidad, es evidente advertir en los relatos de vidas admiradas, de los maestros por sus discípulos, de los que llega- ron y se deslumbraron con sus precursores, de los que fijaron sus mode- 10
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