Huella y presencia (tomo VII)

DRA. MARCELA BARRÍA c. piano, sino que necesitaba el contacto con e l mundo de la música, tal como lo había tenido en mis lejanos 15 años de edad, cuando dichosa subía por la escala hasta la sala de clases de mi maestra. Mientras el Salón de Honor resonaba con esa música maravillo- sa, sentí cuánto deseaba volver al Conservatorio, empaparme con e l ambiente, escuchar los sonidos mezclados: guitarra en los pasillos, notas de piano desde las salas, de repente voces de los cantantes; quería ver a esos muchachos y niñas con aspecto tan diferente al de nuestros estudiantes (por lo menos así era en aquella época), en- contrarme en el ascensor con niñas delgaditas, gráciles, con el cabe- llo tomado en ese moño tan típico de las bailarinas (la escuela de danza está en el octavo piso, así que ellas con frecuencia suben por el ascensor). Ahora sí, con la seguridad absoluta de lo que quería hacer, fui a la Facultad de Artes a pedir orientación para retomar los estudios. La Directora de Pregrado me comentó que existía la posibilidad de ingresar como alumna libre, sólo a piano, justo lo que yo quería. Ahora venía una parte difícil, porque mi "revelación" venía con el nombre de Elisa Alsina, pianista y maestra excepcional, quien pro- bablemente no tenía espacio para tomar una alumna libre. Llegué a su sala de clase en el momento preciso, como se dan las cosas cuando están para que ocurran, porque un niño recién le había avisado que iba a dejar de estudiar y así me pudo reservar e l cupo mientras ha- cíamos la formalización para el ingreso. Algo similar debió ocurrir cuando yo dejé de estudiar con Florita. ¿Quién se habrá beneficiado en esos años, al acceder a tan estupenda maestra y persona? Así lAS COSAS, RETOMÉ LOS ESTUDIOS EN MARZO DE 1994 Y TODAVÍA SIGO EN ESO••• En este punto es pertinente comentar que por esa época ya estaba desempeñando la función de Coordinadora Docente de Pregrado del Campus Occidente y durante varios años organizamos muchas acti- vidades culturales, con el apoyo de la Dra. Carmen Velasco y la cola- boración de un grupo de académicos entusiastas. Como Coordinadora de Pregrado de Occidente y también en mi calidad de Directora del Programa de Ayudantes Alumnos, he tenido el privilegio de interactuar con muchos docentes y estudiantes, mu- chos de ellos con inclinación por la música; incluso pude ayudar a algunos a realizar estudios en la Facultad de Artes, en un momento en que no existían los cursos de Formación General que, en e l nue- 75

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