Huella y presencia (tomo VII)
IIUEI.LA Y PRESENCIA VII te empecé a ir a clases a l Conservatorio Rosita Renard en Chi llán. Cuento esto porque deseo rendir un homenaj e al esfue rzo y dedicación de mis padres, que por varios a11os me llevaron en auto los fines de semana, cada 15 días, a mis clases de piano y teoría e11¡ Chillán ; hay que tomar en cuenta que era un viaje de 100 kilómetros por un camino que ni si- quie ra estaba todo pavimentado. Hasta que tuve edad para viajar sola, en tren , a los 13-14 a11os. Dra. Marcela Barría c. ¡Qué maravilla irme en e l tren, sola, con mi revista de historietas y una bebida ga- seosa! Recuerdo las estaciones: Miraflores, Longaví, Retiro, Parral. .. - ¡¡Ninquihue, Cocharcas, Chillán ... y sin marcar! -decía el con- ductor del tren poco después de pasar San Carlos. En Cocharcas esta- ban construyendo la Planta !ansa. Cada enero, pasado e l Año Nuevo, me quedaba en Chillán, alojan- do en la casa de la Srta. Hilda Ferrada, Directora de l Conservatorio y su única maestra durante e l a110; en el pe ríodo de verano tenía la ayuda de Felipe Véjar, su primo santiaguino, que se encargaba espe- cialmente de las clases de teoría y solfeo. Ahí permanecía por aproximadamente tres semanas, durante las cual es recibía una preparació n intensiva pa ra da r el examen ante la comisión compuesta por tres profesores de l Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de Chile, que viajaban desde Santiago a tomar exáme nes a los conservatorios de provincia que estaban acre- d itados para ello; también iban a Concepció n, a l Conservatorio de la Srta. Laurencia Contreras, donde había rendido el examen de pri- mer a110 de piano y teoría. Mientras tanto, realizaba mis estudios en el Liceo de Niúas de Linares, donde era la mejor a lumna del curso, "pintaba para médi- co", a pesar de que mi vocació n rea l era enseñar. Con frecue ncia les hacía "clases" a mis compañe ras usando una pizarra muy grande que mi papá nos había instalado en la casa. Recuerdo que a los 12 años, conociendo recién e l idioma francés y al disfrutar con e l sonido de esas palabras tan bien pronunciadas por la Sra. Sara Lamoue, nuestra profesora, le dije a mi mamá: - ¿Sabe qué me gustaría ser? -Profesora de Francés. 68
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