Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII ardor parecían tragarse la tierra ferozmen- te. Caball os sensuales, de una sensualidad que d esd e la pale ta del pintor se trans- forman de mancha e n sementa les, con ojos ll e nos d e ch ispeante ma li cia, con pechos dilatados, con magníficas patas ternblando de placer. 1 Uno sólo puede pinta r lo que arna, y mi amor por los caballos fue y sigue siendo incondicional. Quizás la pintura es sólo una excusa para expresar este amor, o simple- mente un homenaj e a la re lucien te be lle- D,:joige Las Heras B. za que "se d esboca, al fin encuentra el mar y se lo tragan las olas" corno decía García Lorca. Repaso mi memoria dormida y sigo viendo la sombra de los caballos de mi pasado, que se deslizan sobre la tierra corno la pintura de a lguna cueva prehistórica animada d e vida. Color, luz, belleza, amor, sensualidad, ¿acaso es necesario que ex- plique po r qué pinto caballos?. Fue rza, coraj e, libe rtad, libertad , libertad, ¿es necesario explicar más? 66
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