Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII otra gran figura intelectual, del cual el país debería se orgullecerse, el Prof. Eugenio González. Pensando, ¡Qué constelación de grandes figuras contornaban la hermosa pléyade que era la Universidad! Cuando el Prof. Talesnik se alejara, él propuso mi nombre para substituirlo en sus cargos de Director y de Profesor de Fisiopatología en carácter de interino en cuanto estuviese lejos de la Universidad. Esto era posible y hasta facilitado por cuanto ya había ganado el cargo de profesor titular de Fundamentos de Patologia (Patofisiología) en la Facultad de Química y Farmacia. Con todo, era una gran responsabilidad que me cabría sin embargo, después de profunda inspiración me sentía capaz de incumbirme de ese difícil y delicado cargo, pero sintiendo que la sombra del maestro siempre estaría atrás, respaldando y sustentando, aunque físicamen- te estuviera tan distante. Osadamente, entonces acepté esa alta res- ponsabilidad, porque además contaba con la cooperación de la ma- yor parte de los miembros del mismo Departamento. Era ya 1968, año extraño, en que el mundo aún no ha podido comprender cabalmente. ¿Qué fue lo que aconteció ese año en el mundo todo y, en especial, en la Universidad? No se trataba apenas de una crisis que afectara a los estudiantes universitarios de París; no obstante, allá comenzó la crisis, en la Universidad de Nanterre, por- que los mismos gritos que se oían en Francia, se habían extendido, como reguero de pólvora por toda Europa, luego por las Américas, incluyendo obviamente, entre los primeros, a Chile, siempre líder en el continente latinoamericano en asuntos del intelecto. De hecho, en Chile, el primer grito surgiera de la Universidad Católica de Chile, en esa época tan rica en pensamientos críticos y, por definición, in- quieta que, con velocidad, contagiara a la Universidad de Chile. Ese movimiento, en que todo y todos, fueran criticados, a tal punto que, uno de sus líderes europeos sintetizara con el lema "Exijamos lo imposible", naturalmente, absurdo, más que, racionalmente, sinte- tizaba un vasto pensamiento y sentimiento de inconformidad y re- pulsión con la situación imperante en el mundo de post-guerra tar- día, fenómeno que no se identificaba con ninguna posición políti- ca, ni religiosa, ni siquiera se semejara con el sentimiento de un pueblo o una determinada cultura*. Talvez esa juventud estaría pre- sintiendo lo que se estaba gestando y que se impondría subrepticia- *Jadresic, A. La Reforma de 1968 en la Universidad de Chile. Santiago, Ed. Universitaria. 2002 58
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