Huella y presencia (tomo VII)

HUELLA Y PRESENCIA VII pasaba a un plano inferior, era durante la merienda de mediodía, que no llegaba a ser almuerzo, como otro tanto, ocurría en las once de las 5 y media de la tarde, en la hora del inefable té, horas en que se aprovechaba discutir asuntos generales, fuesen del mismo labora- torio, o de la Universidad, del país, o del mundo; o bien, comentar los trabajos científicos realizados, o en marcha, las ideas y sus inter- pretaciones de los resultados, como también de nueyos artículos recientemente publicados. Entonces, estas peculiares reuniones, ser- vían para unirnos, entendernos y crear ideas de ese rico intercam- bio, aunque la comida fuese estrictamente franciscana. Además de estas consideraciones generales, específicamente mi formación científica fue realizada en relación a la fisiología de la cir- culación coronaria que, por otra parte, era también el asunto predi- lecto del Dr. Talesnik. Fue ese un tema que trabajamos muchos años y que significó una larga lista de publicaciones científicas y de presen- taciones en congresos y, hasta nutrido intercambio con dentistas de otras partes del mundo, contactos de tal naturaleza, que todavía son mantenidos, especialmente con la vecina Mendoza. Esta línea de in- vestigación era muy particular, tanto para el mismo Prof. Talesnik, como para mí mismo, porque desgraciadamente, él sufrió, siendo todavía muy joven, un grave infarto del miocardio, llegando a estar en peligro de vida, motivo que me afectó profundamente, dado el íntimo lazo de amistad y confianza que se había establecido entre ambos desde las primeras fases de nuestra convivencia universitaria. Emergió de esa situación tan dificil, sin embargo, le significó que el resto de su vida estuviese limitado por la patología amenazante de su sistema vascular coronario. Obviamente, estudiar el propio asunto que lo agobiara, criaba una particular circunstancia para una mentalidad científica, cuyo leit motiv fuese la búsqueda del conocimiento de los mecanismos reguladores de la circulación coronaria. Por mi parte, también este tema adoptaba un aspecto muy especial, porque, sien- do aún estudiante y estando mi padre en su lecho de muerte por causa también de un infarto extenso del ventrículo izquierdo, me había expresado en medio de una dificultad respiratoria: -!Hijo, cuando seas médico; no dejes de estudiar esto! ¡Salvarás vi- das! me indicó aplicando su mano apretada sobre su pecho dolorido. -Tenía entonces, dos compromisos de honor, con mi padre y con mi maestro. Fue tanto así, que el resto de mi vida científica fue dedicada al estudio del sistema coronario, que no sólo se refería al flujo sanguíneo coronario, sino también de la aterosclerosis, la pri- 56

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