Huella y presencia (tomo VII)

DR. RICARDO CRuz-CoKE M. na (1962), la Academia chilena de Medicina (1964) y la construc- ción del monumental edificio de la Facultad, la apertura de los cin- co grandes campus clínicos en Santiago y la fundación de las nuevas carreras de colaboración médica. Por otra parte los maestros con vocación política, como Cruz-Coke, Coutts,Jirón, García Valenzuela, Sótero del Río, Mardones Restat, Rojas Villegas, y Valdivieso, crea- ron desde el gobierno y el parlamento las grandes leyes médico sociales, la Medicina funcionaria (1951), El Servicio Nacional de Salud (1952), el Servicio Médico Nacional de Empleados (1960), el Estatuto del Médico Funcionario (1964), la Comisión de Energía Nuclear (1964), la, CONICYf y los Premios Nacionales de Ciencia ( 1965), y las Leyes de Enfermedades profesionales y de Medicina Curativa (1968). Completaron la construcción del Estado Benefac- tor que mejoró considerablemente el nivel de la salud publica y la calidad de vida del pueblo chileno. Todos estos progresos se pudie- ron lograr con la participación de decenas de otros profesores de la Facultad, que ayudaron a estos maestros en su histórica tarea y que sería largo enumerar. En los salones del Decanato podemos con- templar las galerías con los retratos de todos esos grandes maestros. Es en este escenario de esplendor académico, que yo pude desa- rrollar mis actividades de formación en Europa y Estados Unidos en- tre 1951 y 1960, y de investigación, docencia y extensión con la reali- zación de mis trabajos sobre temas de Hipertensión, arterial, alcoho- lismo, antropología genética, genética de poblaciones y genética clí- nica, que me permitieron publicar más de 100 trabajos en revistas de circulación internacional en esas décadas. Encontré ap<YJo en mis maestros para trabajar en la Revista Médica de Chile e ingresar a las sociedades médi- cas y científicas y obtener financiamiento de organizaciones internacionales en mis trabajos de campo en el norte y centro de Chile y en Isla de Pascua. Todo esto se hizo antes de la fundación de CONICYf. Fui pues un afortunado discípulo y amigo de las más egregias persona- lidades médicas de esos tiempos. Concluyo pues de trascribir estos recuerdos, agradeciendo una vez más a esos maestros y a sus ayu- dantes por el respaldo que me dieron durante esa edad dorada de los mejores años de mi vida. 43

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