Huella y presencia (tomo VII)

HUELLA Y PRESENCIA VII ro Decano en 1985 y Carlos Muñoz, Vicerrector académico de la Universidad. Con aquél comencé a estudiar estadísticas aplicadas a investigación científica. En 1954, la cátedra de Avendaño se trasla- dó al nuevo edificio delJJ.Aguirre, en el sector A, en sus dos prime- ros pisos, donde está actualmente la maternidad. Pero el Pensiona- do y la posta de urgencia y el Instituto del Radium (Cancerología) continuaron funcionando, mientras se demolían los pat>ellones del poniente del San Vicente para construir el monumental edificio de la actual Facultad. Este mismo año asistimos a la ceremonia de colo- cación de la primera piedra que puso el Presidente don Carlos Ibáñez. Yo estaba a su lado y le pasé la pala con que echó el cemento al hoyo del monolito. Recuerdo que en 1956, último año en que trabajé en el Pensiona- do, viví un momento histórico en que me tocó asistir como médico de turno, en el fallecimiento del Profesor Dr. Ezequiel González Cortés, quien en una noche se fue de este mundo, rodeado de los decanos Larraguibel, Alessandri, Carretón y Neghme y otros eminentes colegas de la Facultad que lo despidieron como símbolo de la magna contribu- ción de los profesores de la Facultad a la medicina social de la nación. Estos maestros forman una galería de retratos en el Decanato. RECUERDOS 4 Epilogo Durante mis primeros años de médico, trabajando en las ruinas del Hospital San Vicente, terminé de vivir mi epoca estudiantil y polí- tica, publicando mi libro sobre la Geografía electoral de Chile (1952), introduciendo la gran reforma de las leyes electorales de Chile con la invención de la cédula única y la eliminación del cohecho, que había- mos combatido en la revista Claridad. Desde entonces orienté mis pasos hacia mi formación médica, científica y académica, apoyado por mis maestros y amigos que iban a gobernar la educación médica durante las próximas dos décadas, los grandes Decanos Carretón (1952), Alessandri (1958) y Neghme (1963). Ellos condujeron a la medicina chilena a vivir la culminación de su edad dorada con la fundación de todas las instituciones médicas y sanitarias chilenas en la segunda mitad del siglo XX. Las reformas a la educación médica se consolidaron con la funda- ción de la Escuela de Graduados (1954), el seminario de la profe- sión médica (1960), la profesionalización de la investigación cientí- fica con apoyo internacional, la Asociación de Facultades de Medid- 42

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