Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII los entretechos de Química y Anatomía Patológica, se propagó al segundo piso, destruyendo totalmente los Institutos de Anatomía Patológica, Instituto de Biología, de Bacteriología, Parasitología, y sufrieron grandes daños todos los laboratorios de Química médica, Química Fisiológica, Física e Higiene y la Biblioteca Central. Por estar separados del cuerpo central escaparon del siniestro los pabe- llones de la Dirección de la Escuela, y los Institutos de¡ Anatomía, Fisiología y Farmacología. El Hospital San Vicente, colindante con la Escuela sufrió daños menores que no afectaron a la posta, ni al Pensionado con frente a la Avenida Independencia. En la mañana al conocer la noticia todos nos precipitamos a contemplar las ruinas humeantes. Estábamos todos consternados e incrédulos al contem- plar tamaña catástrofe. Mientras recorríamos los restos de objetos quemados entre las ruinas, llego el Profesor Croizet, quien empu- ñando un microscopio ennegrecido nos animó con la histórica fra- se: -"Animo, muchachos, reconstruiremos la Escuela". Este incendio produjo pérdidas irrecuperables por las coleccio- nes históricas del Instituto de Biología. Sus tesoros científicos y bi- bliográficos de grandes maestros europeos y chilenos se perdieron para siempre. Pero afortunadamente las pérdidas se limitaron sólo a parte de los cátedras básicas, salvándose la mayor parte de la Biblio- teca central y la Dirección de la Escuela con sus documentos admi- nistrativos y docentes. El Decano Larraguibel desde su Decanato ubicado en la Alameda inicio rápidamente los contactos con el go- bierno del Presidente González Videla y el Rector Juvenal Hernández. En pocas semanas las cátedras afectadas iniciaron su tras- lado a locales de la Dirección General de Sanidad en General Borgoño, al borde del Río Mapocho, donde comenzaron sus activi- dades docentes en el año lectivo 1949. Otras cátedras se refugiaron en unas salas del Hospital San Vicente. Se aprobó una ley de ayuda de 15 millones de pesos y el gobierno norteamericano, la Fundación Rockefeller, el Consejo Británico y la OPS hicieron importantes donaciones para la reconstrucción En este ambiente de catástrofe, las autoridades educacionales y médicas del país unificaron sus esfuerzos en la tarea de diseñar una nueva Escuela de Medicina, por lo cual se abrió un concurso de pro- yectos arquitectónicos. En esta labor tuvo participación destacada el Rector Juvenal Hernández y el Decano Larraguibel y los Profesores Carretón, Alessandri y Mardones. Este último en 1950 fue nombra- do Ministro de Salubridad y en 1952, Carretón fue electo Decano y 38
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