Huella y presencia (tomo VII)
DR. CARLos AKEL A. operación, cómo se sentían después, en cuántos casos hubo compli- caciones e incluso muertes. Cuando completó dieciséis casos en que a quince pacientes les había ido bien y salido de alta en buenas condiciones, con su pro- blema solucionado, tomó la decisión de operarse, sabiendo que el riesgo de dejar solos a sus hijos pequeños era menor que el que había temido en un comienzo. La Sra. Enriqueta, que cualquiera podría haber catalogado como una mujer ignorante, había hecho a su manera un original estudio estadístico, que le permitió volver al policlínico y seguir adelante con su tratamiento. La felicité por su ingenio, y fue enviada al Hospital del tórax a operarse. La intervención quirúrgica se realizó sin problemas y su válvula quedó reparada. La fui a visitar una vez a la misma sala donde ella había realizado su peculiar estudio de riesgo operatorio. Había deja- do sus hijos encargados con una solidaria vecina, y estaba impaciente por salir del hospital, pero feliz de haber superado su problema. En los años siguientes acudió en forma periódica al policlínico, comprobando que estaba en buenas condiciones y podía trabajar sin problemas. Cuando en esas ocasiones estaba acompañado de médi- cosjóvenes, les contaba en su presencia la historia de la Sra. Enriqueta y se la mostraba como un ejemplo de voluntad e inteligencia que muchas veces desconocíamos en nuestros pacientes. Ella siempre se sonrojaba, pero seguramente se enorgullecía de ser destacada frente a los médicos en formación que la miraban con respeto y afecto. En una prolongada vida profesional el médico tiene oportunidad de conocer muchos pacientes y acompañarlos en su enfermedad, compartiendo con ellos sus momentos difíciles y los de alegría. La Sra. Enriqueta ha sido una de las personas que no es posible olvidar, atesorando toda la sabiduría que sin saberlo ella fue capaz de entre- gar. 333
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