Huella y presencia (tomo VII)

SEMBLANZA DE FuNCIONARIOSADMINISTRATIVOS ciones que se desarrollaban en el campo de la investigación, en aquel entonces y para lo que vendría en los años venideros; fue así, como me convertí en un buen cirujano de animales, lo que me sirvió para ocupar el cargo de Surgical Technitian , en el De- partamento de Farmacología de la Universidad de Toronto, por 20 años. Por el año 1964, sale elegido presidente del Centro de Emplea- dos de Medicina, el Dr. Domingo Ramírez Sepúlveda, médico afiliado al A.P.E.U.CH. y con él varias figuras nuevas, d e entre ellos el más notable fue un ex-dirigente del Carbón y de la Fede- ración Minera, se llamaba Juan Valencia Vida! y a la sazón, traba- jaba en el Instituto de Fisiología. Hombre de convicciones pro- fundas, con sus virtudes y defectos, de honestidad a toda prue- ba, con claridad absoluta de lo que significaba la lucha gremial, poseía el don d e la palabra, además de un gran carisma y simpa- tía. También aparecen con él, Telmo Matamala, Norma Toro, Mar- ta Véliz, Felicita Planella, Irma Otto, e tc. Tiempo después, apa- r ecen otros, Arturo Hermosill a, H éctor Wistuba , Gilberto Montano, Juan Vera, este servidor, Enrique Gormaz, Amoldo Álvarez, etc. Durante este periodo hubo varios presidentes, pero el Centro de Empleados nunca estuvo más activo que en las dirigencias de los grupos ya mencionados. Durante ese tiempo, se consiguió un lugar exclusivo para que funcionara el Centro d e Empleados, éste fue una de las salas de clase provisorias, construida de madera, en uno de los patios del antiguo Hospital San Vicente entre el Auditorio Lucas Sierra, la Cátedra de Fisiología y frente a una virgen y un árbol de Peumo, que allí existía. Como anéctodota curiosa: una de las primeras cosas que hici- mos, no por convicción religiosa, aunque teníamos mucho respe- to por quienes la tenían, fue limpiar y hermosear aquella virgen, que estaba allí abandonada por años y que las palomas usaban como letrina. Esta, después de limpia, se veía como un adorno precioso, para el patio y para el local del Centro. También se gestionó y consiguió, en conjunto con los dirigen- tes de APEUCH Hospital, una salacuna y jardín infantil que, aun- que rudimentaria, fue el comienzo para después tener otra me- jor. 311

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