Huella y presencia (tomo VII)

ÜPINARON SOBRE H UELLA Y PRESENCIA DR. GERARDO SUÁREZ MALDONADO El Barco Llega a Destino Hace alrededor de 14 años un barco zarpó de un puerto cercano a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. El barco partió "con rumbo incierto" tal como lo habría querido Rubén Darío, pero haciendo escala en múltiples puertos. En cada uno de ellos aborda- ban más pasajeros. Se le pidió a cada pasajero que contribuyera con semillas autóctonas de cada puerto de escala En el transcurso de este periplo fueron reuniéndose una multitud de viajeros que configuraron una creciente y muy diversa población de seres humanos. Entre ellos había pintores verbales de variados ambientes de lo físico y de lo anímico, de los corredores, salas, patios,jardines, cafete- rías, laboratorios y cuanto recinto uno puede imaginar en las diversas escuelas dependientes de la Facul~d. En conjunto, captaron en sus lienzos de palabras los episodios de gloria y ruina de la Escuela de Medicina. Hubo los biógrafos, tanto de sí mismos como de diversos transeúntes presentes y ausentes de la atmósfera cambiante de una escuela médica de una universidad chilena. Hubo ofrendas de ala- banzas y agradecimientos para varios profesores. Nos entregaron es- tas añoranzas y semblanzas profesores, tecnólogos, mecánicos, biblio- tecarios, dirigentes políticos, parlamentarios y funcionarios con res- ponsabilidades diversas, estudiantes y otros. Hubo también los pintores visuales que dejaron sus impresiones en pinceladas de acuarela o en fotografías. Durante el viaje algunos relataron crónicas históricas que cubrie- ron desde la llegada del primer médico a Chile hasta la fundación de la Escuela de Medicina e incluyeron los varios progresos arquitectó- nicos, administrativos, tecnológicos, sociales y de recursos variados como bibliotecas. Los cronistas hablaron de la medicina en el Siglo XVIII como también de la reforma universitaria de fines de la década de los sesenta. Yo ingresé al barco en el quinto puerto de escala, tardíamente en el espacio-tiempo del viaje. Sin embargo, pude disfrutar de narracio- nes generosamente regadas por un anecdotario provisto del tan apre- ciado humor de los chilenos. Por otra parte se tuvo oportunidad de conocer descripciones de episodios tristemente trágicos que afecta- ron tanto a la Escuela de Medicina, como lo fue su incendio de 1948, como otros que conmovieron el ambiente médico chileno en gene- ral como lo fue la epidemia de tifus exantemático del año 1933, 283

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