Huella y presencia (tomo VII)
PROF. MIMÍ MARINOVIC Z. el artista como para el receptor sensible. Toral no intenta contar la historia de la medicina, porque el propósito del arte no es describir la vida sino, más bien, transformarla. El artista condensa en la visualidad, como señalaba Ítalo Calvino, la observación directa del mundo real, la transfiguración de fanta- sías y sueños, la figuración transmitida por la cultura y un proceso de abstracción e interiorización de la experiencia sensible. Estos elementos parecen estar presentes en el proceso creativo de Toral. Como lo ha hecho antes con la historia de Chile para el gran mural del Metro de Santiago, "Memoria Visual de la Nación" y otros destinados al espacio público, el artista ha precedido su trabajo pictó- rico con una extensa investigación en documentos históricos, visitas y entrevistas. No es la primera vez que lo hace respecto a la medicina y los paralelos que él mismo establece entre ella y el arte. La prepara- ción de la serie "Gente en Lucha", exhibida en New York lo llevó a indagar en la morfología humana, la musculatura y sus cambios. Re- currió a las imágenes del gran tratado de Vesalio, "De Humanis Corporis Fabrica", al que rinde homenaje en una hermosa acuarela de 1976. Empero, lo que hace verdaderamente artista y poeta a Toral es su capacidad de intuir ciertas necesidades humanas y contribuir a satis- facerlas por medio de sus creaciones. Ha escrito: "A veces en el gesto del amor, en un cuadro o poema, en el vuelo poderoso de los sueños, llega el destello de esa presencia anterior al saber, de una ignorada dimensión del hombre mismo, más allá de la naturaleza, cuando en tiempos pretéritos lo de adentro y lo de afuera componían una sola imagen". Parece ser que la aspiración de las personas a la felicidad no es la búsqueda de placer, sino de bienestar y realización humana, donde la salud y el arte ocupan un lugar importante. Los logros de la moder- nidad han facilitado la existencia física y favorecido la experiencia de una seudo felicidad de lo efímero y fragmentado, envuelta en el ro- paje de una cultura del entretenimiento, plena de eventos sin sentido destinados al consumo y la negación de la voluntad. El mundo que habitamos necesita la plenitud de experiencias significativas como las que se dan en la intersubjetividad del arte que comentamos y la praxis médica. 273
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