Huella y presencia (tomo VII)

PROF. M1Mi MAR!NOVIC Z. primeros artistas innominados, pero presentes en todas las socieda- des humanas conocidas. Es el espacio-tiempo donde se crea y se vive el arte en su unidad y diversidad, persistiendo como un arque- tipo con variaciones hasta la actualidad. Esta noción constiluye uno de los factores determinantes de algunas de las más valiosas funcio- nes psicológicas que cumple el arte en la promoción del bienestar y la plenitud vital. Las artes visuales, dramáticas y musicales fueron agentes decisivos en la concepción de la enfermedad como castigo divino y su curación acorde con esa etiología. De aquella medicina teúrgica dan cuenta imágenes grabadas o pintadas en rocas, cavernas y templos, numero- so textos de gran valor como la Ilíada, documentación histórica y mitológica relevante. En el antiguo Egipto fue Imhotep, médico, mago y arquitecto, el Dios de la Medicina, equivalente a Asclepio, el Dios griego, Esculapio para los romanos. El santuario de Epidauro, levan- tado en homenaje a Asclepio fue un templo construido en forma cir- cular y laberíntica, precursor de los hospitales y acompañado de uno de los mayores teatros del mundo antiguo. Sus sacerdotes recurrían a diversos métodos, incluyendo el arte y la curación por el sueño, pro- ducida por la visita onírica del Dios y sus dos hijas, Panacea y Hygeia, mientras los enfermos dormían en salas especialmente acondiciona- das. Después de la bifurcación de la medicina, como de las artes y las grandes transformaciones de la historia, lo mágico está obsoleto, el mundo ha cambiado. ¿Qué quedó de estos vínculos tempranos para este tiempo de evidencia científica, asombrosa tecnología, a la vez que incertidumbre tras la caída de los horizontes unificadores de sen- tido? Algunos de los antiguos consejos de Esculapio siguen vigentes: ..."Si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su desti- no, ¡hazte médico, hijo mío!". Está también el intento de reconsti- tuir los viejos y estrechos lazos entre arte y medicina, por quienes se dan cuenta del valor de las experiencias de sentido y el papel pro- tector de las emociones positivas en los procesos de la salud y la enfermedad. No se trata sólo de las llamadas terapias con música, artes visuales, teatro, sino de incorporar las artes en los lugares donde asisten los pacientes y sus familiares, participan los equipos médicos y los estu- diantes. Tal como se diseña una clínica con las indicaciones necesa- rias para fines diagnósticos y terapéuticos, en los países más desarro- llados se planea la presencia de las artes con el objeto de perfeccio- 267

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