Huella y presencia (tomo VII)

HUELLA Y PRESENCIA VII ExPERIENCIA PERSONAL Mi primer acercamiento a la donación de órganos fue en los años 1993-94 cuando comenzaba mi práctica clínica en la carrera de Medi- cina. Allí comencé haciendo turnos voluntarios en la Unidad de Cui- dados Intensivos del Hospital Barros Luco Trudeau que, además de ser un centro donde se realizaban trasplantes, contaba, con un siste- ma de coordinación interna que optimizaba la posibilidad de obte- ner órganos. Hasta hoy se mantiene el trabajo voluntario y compro- metido de profesionales que luchan día a día por la vida de aquellos que están en lista de espera para reemplazar sus órganos dañados. El año 1993 ocurrió el primer hecho que cambiaría la visión de todos los chilenos en relación al tema. En el invierno de ese año, ltalo Carrillo, un chico de 13 años oriundo de Arica, portador de una miocardiopatía congénita, deja al descubierto la cruda realidad de no poder concretar en nuestro país el trasplante que necesitaba. Sus padres mueven cielo y tierra y logran trasladarlo vía aérea a Estados Unidos. Lamentablemente fallece durante el viaje de ida, volviendo a Chile sin lograr su objetivo. El hecho sirvió para recordarnos que todos éramos, en mayor o menor medida, responsables de ello. Allí nació como un compromiso profundo de que nunca más otro chico quedara sin la oportunidad de ser trasplantado bajo el amparo institucional de la Corporación del trasplante. Asimilando lo sucedido con ltalo en el año 1995 se comenzaba a discutir en el Congreso la nueva Ley de Trasplantes (Vigente hasta hoy) al mismo tiempo que el concepto de muerte cerebral. El tema largamente conocido a través de la prensa por la opinión pública ha sido testigo de la discusión entre legisladores hablando del "correc- to" o "incorrecto" diagnóstico de muerte, un concepto enteramente técnico o mejor dicho médico. Cada cierto tiempo aparecen nuevos héroes que renuevan nuestra energía y compromiso que tenemos por la vida. Uno de ellos fue Pa- mela Toledo, una niña de tan sólo 12 años que, conversando con sus padres les plantea que si a ella le sucediera algo, le gustaría donar sus órganos. ¿Cómo reciben los padres algo así? Incredulidad, miedo, duda o tranquila indiferencia frente a un hecho que creemos lejano o impo- sible de concretarse. Lamentablemente para estos padres la niña fa- llece pocos días después de esta conversación. Ellos, demostrando una fortaleza inusual, respetaron su voluntad un 27 de septiembre de 1995 254

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