Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII do por un lapso vecino a los 40 años, me ha permitido enseñar los fundamentos de la hematología a un número superior a los 4.000 estu- diantes de medicina de pregrado y a varias decenas de becados en medicina interna; ha sido también un trabajo placentero que en los últimos años comparto con el Dr. Guillermo Conte, jefe de la sección hematológica. · Tuve la suerte de conocer al profesor Armando Roa Rfbolledo, el principal impulsor de la enseñanza de la bioética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y de colaborar con él como secre- tario del Comité de Ética de dicha Facultad, y actualmente integro y dirijo el Comité de Ética del hospital clínico, un trabajo interesante en el que se favorece una investigación clínica que respete los derechos de los pacientes que aceptan participar en ella. Íntimamente relacionada con la U. de Chile ha sido mi participa- ción en los programas de enseñanza de postgrado de la Sociedad Mé- dica de Santiago entidad académica que tanto ha significado en el pro- greso de la atención médica en el país en sus casi siglo y medio de existencia. Me tocó conocer a fondo su filosofía, y producto de mi ad- miración por su obra ha sido la publicación del libro "La Sociedad Mé- dica de Santiago y el desarrollo histórico de la medicina chilena" apare- cido en el año 2002, en el se describe el trabajo fructífero de los médi- cos chilenos que han participado en sus programas y han colaborado en las páginas de su órgano de prensa, la "Revista Médica de Chile". Habiendo ya alcanzado esa edad en la que se acumulan los recuer- dos y se está en el final del camino, me ha sido grato comprobar que he trabajado en una institución en la que priman el espíritu de pro- greso, la tolerancia, el estímulo y la libertad necesaria para llevar a cabo un proyecto de vida. No son ajenos a estas consideraciones fina- les los nombres de autoridades universitarias a quienes respeto y ad- miro: el señor Luis Riveros Rector de la Universidad de Chile y el Decano de la Facultad de Medicina el profesor Dr. Jorge Las Heras, entre otros muchos médicos, personal profesional y no profesional y también personal del servicio, que me han demostrado amistad y bue- na voluntad. Muy importante para mí ha sido formar una familia de la que gracias a mi esposa Alicia sólo he recibido afecto y devoción. Mi guía ha sido siempre desde que me lo propuse en mi juventud el servir a mi país de la mejor forma que pudiera ser posible, como una manera de corresponder a beneficios y privilegios inmerecidos que he recibido con largueza. 26
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