Huella y presencia (tomo VII)

CENTRO DE ÜNCOLOGÍA PREVENTIVA citamos otros dos citotecnólogos. Gracias a ello, en 1969 el laborato- rio estaba procesando 80.000 PAP anuales. En 1968 se integró al Laboratorio de Citología el Dr. Alfredo Dabancens, quien fue el primer médico formado como especialista en el centro. A partir de 1970 el grupo liderado por el Dr. Prado comenzó a capacitar a médicos y tecnólogos que más tarde sustenta- ron la red de laboratorios hospitalarios de citología ubicados en dife- rentes puntos del país. "En realidad mi historia es la del programa de citología de Chile", reconoce. AsF.SORÍAS INTERNACIONALES El crecimiento del laboratorio y las numerosas investigaciones rea- lizadas por el doctor Rodrigo Prado le permitieron efectuar impor- tantes presentaciones científicas en Chile y el extranjero. No pasó mucho tiempo antes de que la Organización Mundial de la Salud le pidiera asesoría. De hecho, desde 1969 es miembro del panel de ex- pertos en control de cáncer de la OMS. "Me tocó visitar prácticamente todos los países latinoamericanos como consultor de la OPS apoyando a los países en la estructuración de sus respectivos programas. Algunos lograron el objetivo, otros no lo hicieron con tanto éxito", comenta. En 1970 se formó la Sociedad Chilena de Citología y el doctor Prado fue su primer presidente. A fines de 1976 el académico fue contratado por la OPS en Washington, Estados Unidos, como asesor regional en cáncer, quedando el profesor titular, Alfredo Dabancens, a cargo del Laboratorio de Citología de la Facultad de Medicina. Al cabo de tres años el doctor Prado retornó al país. "En 1980 volví a la universidad, al laboratorio de citología. Más tarde las autoridades del Hospital San José me pidieron que les ayudara a organizar la clí- nica de patología cervical, actividad en la cual colaboré con mucho agrado. En 1984 me llamaron del Hospital del Salvador para hacer un laboratorio de citología. Consideré que el proyecto -tal como estaba ideado- era difícil de concretar, entonces propuse una al- ternativa que les gustó: integrar la citología con anatomía patológi- ca. Entonces ocurrió algo imprevisto, el terremoto de 1985, lo que significó que todo lo que me habían prometido para conformar el laboratorio pasó a segundo plano frente a las necesidades más ur- gentes que apremiaban al recinto asistencial. Entonces tiré una moneda al aire y dije: cara me voy y sello me quedo. Salió sello y me quedé", dice. 245

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