Huella y presencia (tomo VII)

DRES. MARÍA DE LA Luz AYL~1N o. Y PEORO MALOONAOO A. ocurren entre el mundo externo y las superficies sensoriales (u ór- ganos de los sentidos) en los individuos. En la aproximación cientí- fica hacia la fisiología sensorial ha habido una corriente muy fuerte que ha intentado determinar la manera en que el sistema nervioso detecta y captura la información proveniente del medio externo, la codifica, la procesa y la decodifica en alguna región del cerebro para finalmente generar la percepción de un estímulo determina- do. Sin embargo, un nuevo marco conceptual se ha ido desarrollan- do en los últimos 10 años, el cual postula que el sistema nervioso tanto de animales como seres humanos interactúa con el medio externo a través de sus órganos sensoriales, pero en vez de capturar los estímulos, los órganos sensoriales se ven sólo perturbados, modi- ficando sus patrones de actividad. Estos órganos sensoriales, a su vez, provocan modificaciones en distintas regiones del cerebro que finalmente dan cuenta de la percepción. Sin embargo, esta per- cepción no es determinada solamente por las propiedades físicas o químicas del estímulo sino de las características del organismo y de su experiencia previa con estímulos similares. Por ejemplo, cuando miramos una pelota, la reconocemos inme- diatamente, como si esto fuera una capacidad ftja e intrínseca de nuestros cerebros. Sin embargo, el reconocer una pelota (como mu- chas otras cosas) es un proceso que hemos tenido que aprender en una etapa de la vida de la cual no tenemos memoria consciente en el lenguaje. Nuestra experiencia visual es generalmente muy inmediata y la percibimos como un proceso que ocurre de la misma manera para todos los seres humanos. De este modo, hablamos de que una pelota "es" roja, como si la realidad externa fuese independiente de nuestra capacidad y limitaciones perceptuales. Sin embargo, se pue- de demostrar que el color rojo es una percepción, no corresponde necesariamente a una realidad física como es la longitud de onda de la luz que proveniente de la pelota que incide en nuestro ojo. El he- cho de que todos los seres humanos tenemos cerebros y órganos sen- soriales parecidos provoca que nuestras percepciones sean similares e inferimos que nuestra propia percepción corresponde fielmente a las propiedades del mundo físico. Al mismo tiempo, dado que nues- tros cerebros no son exactamente iguales, ni tampoco han estado expuestos a las mismas experiencias, el mundo que percibimos es frecuentemente distinto entre dos o más personas. En particular esto ocurre con aquellas "percepciones" más complejas que tienen un componente dependiente de la experiencia, es decir aprendido, más 229

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=