Huella y presencia (tomo VII)

INCORPORACIÓN DEL DR. JORGE LAS HERAS BONEITO A LA ACADEMIA DE MEDICINA DEL INSTITUTO DE CHILE. Discurso de recepción: Dr. Eduardo RosselotJaramillo. Constituye para mí una enorme satisfacción tener la oportunidad de dar la bienvenida oficial al Profesor Dr. J orge Las Heras Bonetto, en el acto de su incorporación a la Academia de Medicina del Institu- to de Chile y poder dar cuenta de las capacidades, acciones y valores que compartidos durante un período significativo de nuestra activi- dad universitaria son parte de las razones que hoy le abren la puerta de esta benemérita institución. Jorge Las Heras nació en Buenos Aires, en 1945, y a los 6 años su familia se radicó en Villa María, ciudad de 80.000 habitantes, al su- deste de Córdova, de donde provenían sus padres y la habían dejado, transitoriamente, por razones de su trabajo como comerciantes. Hizo sus estudios primarios y secundarios en el Instituto Bernardino Rivadavia, desarrollado según modelo de la UNESCO, con su Rec- tor, el Dr. Antonio Sobra! quien llegó a tener connotada figuración en educación y en política en Argentina, y le había impreso una misión educacional de alto sentido humanista y gran compromiso social. Tuvo dos hermanos, un hombre y una mujer, que a la larga opta- ron por las profesiones de arquitecto y abogada y viven aún en Córdova,junto a su madre. Su padre falleció hace tres años. Su vocación inicial por la medicina, seguramente influenciada por su madre, fue bien cultivada, en este período, por las actividades que, con un profesor y otros tres amigos, llevaba a cabo disecando gatos furtivamente cazados en e l vecindario; lo que adquiría ribetes de ci- rugía experimental y, probablemente, afinó su destreza para la inquisitiva mirada con que explorara, más tarde, la anatomía patoló- gica. Ingresado a la Universidad de Córdova, se destaca como dirigente de los estudiantes, llegando a ser Presidente del Centro de Alumnos de Medicina. Su actividad que no estuvo desprovista de tensiones por liderar movimientos de resistencia, culminados con prolongados pa- ros, le significó perder un año de estudios; pero, sin duda, lo entrenó 195

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