Huella y presencia (tomo VII)

DISTINCIÓN ACADÉMICA: PROFESOR EMÉRITO OTORGADO A LOS DRES. RENÉ ARTIGAS NAMBRARD, FRANCISCO BEAS FRANCO, RAÚL ETCHEVERRY BARUCCHI YCARMEN VELASCO RAYO. DISCURSO DE AGRADECIMIENTO: Dra. Carmen ¼lasco Rayo. Hay momentos en nuestra vida que uno no puede imaginar. Uno de esos momentos es este acto académico en que estamos aquí reuni- dos, sintiendo honda y placentera satisfacción en este histórico Salón de Honor, donde hemos estado en tantas ocasiones solemnes. Aun cuando sin mayores credenciales que los otros colegas que hemos recibido la distinción académica de Profesores Eméritos de la Universidad de Chile, he accedido a la invitación de hablar hoy por- que si se trata de hilar algunas ideas que pudieran significar como un resumen de la larga vida que llevamos en la Facultad de Medicina, cualquiera de nosotros podría expresar, tal vez mejor que yo, lo que seguramente fluye idéntico del alma de todos y cada uno. No es tarea fácil manifestar los sentimientos que nos embargan al recibir esta distinción, que es la más alta a la que puede aspirar un académico. A lo largo de nuestra historia, 31 excelsos profesores de nuestra facultad de medicina, muchos de ellos que ya nos han abandonado, han recibido este galardón. Por supuesto, entre ellos están todos los maestros que han guiado nuestra formación y quehacer universitario durante largos años. Sin embargo, es la primera vez que se propone a una mujer, lo cual demuestra la capacidad de nuestro decano Prof.Jorge Las Heras, de reconocer la labor que en estos últimos 50 años, las mujeres médi- cos y de otras profesiones, han realizado por nuestra facultad. Gracias, señor decano, por su amplia visión universitaria, que lo ha hecho incorporar a sus equipos, a tantas académicas, que con dedicación sin igual, están contribuyendo a desarrollar su "proyec- to medicina U 2010". Hay circunstancias en nuestra existencia, en que los seres huma- nos confrontamos toda nuestra experiencia vital y el saber que he- mos adquirido, con las luces y sombras de la realidad. La educación formadora que hemos recibido en la Universidad de Chile, nos rega- 165

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