Huella y presencia (tomo VII)
DRA. FILOMENA IDETIE FAJ.AHA DE ZAIAQUETI nerales de las rutas a seguir y lugares de alojamiento. Estos eran unas viviendas circulares, con techo de totora, con habitaciones trian- gulares sin puertas y con hamacas. Ubicadas cerca del río Chiari donde al amanecer se veía a los animales descender en busca del agua, primero aparecían los pequeños venados, gacelas, luego ani- males de mayor tamaño, diferentes tipos de ciervos, cebras, jirafas y después los imponentes leones con sus familias. Al desayuno nos esperaba Frarn;:ois mi chofer, hombre de grandes condiciones que conseguía que se nos preparara una mesa para los alimentos con los víveres aportados y también con sabrosos pescados de río que se pescaban en la cercanía, como el famoso Capitán, gran pez de car- ne blanca, que asaban a la parrilla. Mientras los otros turistas co- mían de sus tarros de conservas, nosotras teníamos ese privilegio que se me otorgaba por ser reconocida como la Mamá SMI (de Salud Materno Infantil) sigla que me identificaba en todo el país como la gran Mamá. Cuando se recorría el parque se debía dete- ner el vehículo al cruzarse con los animales. El majestuoso león a menudo se le veía reposando en un montículo acompañado por las leonas y los cachorros que jugaban a su alrededor, estaba impasible con su cabellera abundante de color dorado que brillaba al sol. Pa- sábamos largos minutos detenidos observándoles antes que ellos se movieran sin importarles nuestra presencia. Las jirafas eran encan- tadoras, las manadas de elefantes se desplazaban a gran velocidad. Yo les temía a las manadas de búfalos que hacían temblar la tierra a su paso desde la distancia. El gobierno del Chad, país vecino por el norte, había conocido de mi labor y me invitó en repetidas ocasiones a visitar el país para desarrollar un programa de Salud Materno Infantil. Los ministros de salud del Chad y Centroáfrica eran amigos y también vecinos en las reuniones de la OMS en Ginebra por lo que insistían en que hiciera un viaje de consultoría. El Chad estaba saliendo de una re- volución que había producido gran destrucción del país, y las nue- vas autoridades querían su reconstrucción. Pude realizar esta mi- sión cuando terminé el contrato con la OMS y pasé a depender de UNICEF. El Chad es un país desértico de la región del Sahara con numerosas tormentas de arena que borraban los caminos y cubrían las ciudades. En el período en que fui, en el hotel no había agua y ni electricidad, salvo por pocas horas, la disponibilidad de alimen- tos era escasa, por lo que acepté la invitación de ir a vivir con una colega en el condominio de las Naciones Unidas que estaba bien 141
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