Huella y presencia (tomo VII)

DRA. FILOMENA IDETIE F AlAHA DE ZAJ.AQUEIT te a sú hijo. Esto justificaba que el tiempo real para quedar embara- zada era menor que si se contaban los 24 meses después del último nacimiento y así la cifra de esterilidad medida por este concepto también estaba aumentada. La encuesta reportó variados datos so- bre la constitución de la familia en diferentes etnias y fue útil para el Instituto de Estadísticas y Población del Camerún que cita mis resultados en diferentes publicaciones que me mostraron en las vi- sitas que posteriormente efectué a este país. Ella dio origen tam- bién a una comisión de expertos OMS para que estudiara la fecun- didad bajo diferentes aspectos culturales sociales y médicos. Conocí también el gran entusiasmo que los camerunenses sen- tían por el fútbol. Tenía la costumbre de dejar un recuerdo al perso- nal nacional al final de mis misiones, aquí me sorprendí, ya que me solicitaron pelotas de fútbol, y me mostraron que en los patios al ex- terior de la oficina el personal lo jugaba frecuentemente en las pau- sas de mediodía, igualmente se veían en las calles a niños, adultos, y otros no tan jóvenes practicándolo. Había tanto interés por este de- porte que llevaba al equipo del país a ser uno de los mejores del África y que ha tenido lucida actuación en los campeonatos mun- diales de fútbol. Los chilenos los conocimos cuando se enfrentaron al equipo nacional en el mundial de Francia. Después de mi vuelta a Chile, recibí numerosas proposiciones para nuevas consultorías que no pude aceptar por motivos familiares. Era difícil dejar la familia para ir a lugares tan alejados. En 1978, volvió la OMS a proponerme ahora una misión a largo plazo con mi familia. Había fallecido mi esposo, mis dos hijos estuvieron dispuestos a reali- zar este cambio de vida. Mis hermanos me apoyaron. Ellos cuidarían a mis hijos cuando les tocara volver a Santiago por sus estudios. Aho- rase trataba de dirigir un programa materno infantil en la República Centroafricana, financiado por la OMS, PNUD, FUNIAP y UNICEF y con sede en la capital, Bangui. El traslado fue con camas y petacas es decir con muebles, camas, alfombra, espejos, servicios, vajilla y objetos personales, para repro- ducir mi hogar de Chile en Bangui, capital del entonces Imperio Centroafricano, que era llamada la "Coqueta", una ciudad amable, con amplias avenidas con modernos edificios que contrastaban con calles de casas bajas y antiguas, sin pavimento, con una población de casi 550.000 ha. Existía el boato de la capital de un imperio, donde los soldados de la guardia usaban elegantes trajes de terciopelo de la época de Bonaparte con temperaturas sobre los 35 2 , lo que nos hacía 129

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