Huella y presencia (tomo VII)

HUELLA Y PRESENCIA VII Recibí una invitación de la OMS en 1975, para realizar un estu- dio sobre la epidemiología de la esterilidad en una región de la República de Camerún, debido a la elevada tasa que algunos inves- tigadores habían detectado y que la población sentía como un pro- blema prioritario. Me contrató la oficina regional de la OMS para toda el Africa en Brazaville, Congo. El campus de la 0MS estaba a 18 Km de la ciudad de Brazaville. Era un conjunto de hermosos edificios con la estructura clásica de las construcciones de las Nacio- nes Unidas, con amplios recibos, nutrida biblioteca, hermosa escale- ra de mármol, maravillosas colecciones de arte africano, conforta- bles oficinas y con todos los avances tecnológicos. Estaba rodeado de jardines y de numerosos bungalows que eran las viviendas de lós funcionarios de variadas nacionalidades que trabajaban allí en los distintos ámbitos que cubre la organización. Había un campo de- portivo con canchas de tenis, football y un hermoso césped para el golf que era muy solicitado por los internacionales. En esta oficina todas las actividades se hacían con mucha for- malidad y protocolo. Para la entrevista en que me recibiría el Di- rector Regional, tendría que pasar un control de seguridad, entrar sin carpeta y las manos libres, con ropa formal. A una colega ho- landesa, que había venido del Chad en un viaje apresurado por una evacuación de emergencia, la habían enviado a la ciudad, a comprarse una falda, pues traía sólo pantalones que era la ropa que usaba en terreno. Después de tener una serie de reuniones con diferentes especialis- tas para conocer el tema del estudio, tuve mi entrevista con el doctor A. Quenun. Un hombre brillante, inteligente, con una potente voz, pero de pocas palabras, que inspiraba temor y respeto tanto a los miembros de la organización, como a los gobiernos de los países africanos y amigos. Me dio a conocer el problema de esterilidad que preocupaba a la población de la región de Bertoua en el este del Camerún. Había tres estudios con encuestas que corroboraban esta evidencia de esterilidad. Me pedía que hiciera mis investigaciones y repitiera las encuestas si era necesario para encontrar resultados definitivos. Yo ya había tenido acceso a esos trabajos que había anali- zado cuidadosamente, y, como todavía tenía la prepotencia de la epidemióloga estrella que creía ser, fue sin temor que dije que el método aplicado en ellos, no tenía una rigurosidad estadística, por lo que esos resultados me parecían poco confiables. Él me sonrió y dijo, "por eso la he contratado, pero mejore su francés." 126

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