Huella y presencia (tomo VII)
HUELLA Y PRESENCIA VII nos Aires. Mi abue lo y mis tíos eran eba- nistas por gene racio nes. Mi madre co- nocía bien la leng ua árabe, e l francés y e l ruso , y rápidamente aprendió el es- pa11ol, así que en los prime ros a11os de casada daba clases de idiomas en Villa Alemana . Mi familia se trasladó a Santiago para que continuá ramos los estudios. En la pared del comedor mi padre había col- gado un gran mapamundi y cuando nos reuníamos nos inte rrogaba por la ubica- ción de variadas ciudades como Anka ra, Dra. Filomena !deue Falaha L. Be rlín , Londres, y pa ra qui en las encon- traba había una recompe nsa, pe ro debía- mos ir a la enciclopedia para conocer las características de cada una de estas ciudades. Había siempre un ambi en te de estudio y de estí- mulo para el sabe r, en compe tencia con mis seis he rmanos. Estudi é e n e l colegio d e Las Re lig iosas Pasionistas y luego en el liceo de Ni11as Nº 4 en Recole ta. Era inquie ta, me g ustaba hacer co- sas. En e l liceo fundé la revista Optimismo y conseguimos que la im- pren ta de l dia rio La Nación la publica ra, y alcanzaron a salir tres nú- me ros Tenía inte rés en estudia r medicina, en la Universidad de Chile ; en ese tiempo no se pod ía en la Universidad Cató lica y e ra impensa- do q ue una chica de la colonia á rabe sigui era es tos estudios, pe ro yo estaba mo tivada po r e l ej emplo que me daba la hija de un religioso de la Congregación O rtodoxa que e ra la médico ginecóloga que atendía a mi madre y a quien mis padres admiraban. Ellos que rían que una de sus hij as estudia ra medicina a diferencia de otras familias donde no se es timulaba e l estudio. Hubo o tras presio nes más impo rtantes ele profes iona les amigos que decían que una mLij e r al en tra r a estu- diar es ta carre ra le quitaba el cupo a un va ró n que tendría más nece- sidad ele seguir estos estudios y de trabaj ar, pues sería j e fe de hogar, en tanto que yo, posiblemente, abandonar ía mis estudios antes de fi nal izarlos , o cuando me casara no ejercería la profesión. Esta supo- sició n de creer q ue las muj e res que seguíamos estudios de medicina presentaríamos una gran dese rció n , no se ha cumplido, ya que todas las compañe ras ele mi p romoció n la hemos ejercido. Se observa que e l abando no de los estudios de medicina, o de la profesió n , es más 122
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