Huella y presencia (tomo VII)

DRA. VALENTINA AcoSTA DE CROIZET fesores de la Facultad de esta Universidad: Hernán Alessandri, Alfon- so Asenjo, Emilio Croizet, Leonardo Guzmán yArmando Larraguibel. Cuando nosotros llegamos a la Universidad, particularmente a Medicina, ingresamos a su Escuela previo examen de admisión de muchos postulantes. Quedamos 60 alumnos aceptados. Con los ex- tranjeros que se agregaron más los repitentes, que no eran pocos, nuestro curso de 1°' año quedó en 120 alumnos. Un 10% éramos mujeres ("las chiquillas del curso"). Llenos de juventud "divino teso- ro", entusiasmo y expectación fuimos recibidos por el Decano de en- tonces. Profesor Dr. Armando Larraguibel en una ceremonia inaugu- ral. En ella nos anunció una vida de estudiantes muy atareada e in- tensa y que el verbo estudiar lo conjugaríamos toda la vida. Así lo exigía la carrera y más tarde la profesión en su continua actualiza- ción. De este modo llegaríamos a ser buenos médicos. Nótese la ocul- ta presencia de Hipócrates en su discurso. Luego elogió a la profe- sión que habíamos elegido y nos deseó éxito. Comenzamos, pues, los estudiantes el recorrido por las Cátedras. Según fuesen las disciplinas científicas eran sus metódicas de activi- dades,. que hoy llamamos académicas (docencia, investigación y ex- tensión). A la cabeza de cada Cátedra estaba el Profesor Titular u Ordinario secundado porjefesjerarquizados y numerosos ayudantes, también con grados. Había además algunas Cátedras Paralelas con Profesores Extra-Ordinarios. Todos nombrados por concursos ante la Facultad y refrendados por la Rectoría de la Universidad de Chile y luego por la Contraloría General de la República. La Docencia de Pregrado era una actividad muy principal de las Cátedras, dándosele gran importancia. Se la impartía con mucho es- mero, enorme dedicación y alta calidad. En ella,junto con los cono- cimientos, los docentes nos entregaban habilidades y destrezas y tam- bién sus experiencias. Era un ambiente de respeto mutuo y de voca- ción. A veces también recibíamos los alumnos ejemplos de altura moral inolvidables. Yasí, fuimos creciendo a lo largo de la Carrera, en cono- cimientos al escuchar, observar y estudiar, y en criterio al dialogar, discutir y reflexionar. En nuestro tiempo de estudiantes, a pesar del mucho estudio, lo pasábamos muy bien. En los momentos de descanso paseábamos con- versando por los jardines de la Antigua Escuela. Otros más obsesivos o atrasados en sus estudios, hundían sus ojos en apuntes y en textos como el Testut, el Houssay, y otros de acuerdo a las asignaturas y cur- sos. Pienso que para muchos nuestro primer contacto con la arqui- 113

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