Huella y presencia (tomo VI)

CONDECORACIÓN AL M ÉRITO AMANDA LABARCA: DRA. COI.OMIIA NüRERO pe tir, más o menos inteligentemente. Esta esclavitud moral que de- prime todos los días y que a la larga mata todas las iniciativas, es lo que hace al pedagogo una creatura artificiosa y adocenada, cuando no le salva de su estagnamiento el amor a los niños y a su profesión. En tal régimen pierde el Estado el provecho de muchas voluntades que de otro modo florecerían maravillosamente". El elemento más importante para una buena comprensión de la ciencia es, a mi juicio, que el público tenga la capacidad de entender que la ciencia está llena de incertidumbres y que los científicos se mueven en un mundo de ensayo y error. Con esta comprensión se podrán aceptar muchas cosas que ahora no son toleradas por la falsa creencia de "la infabilidad de la ciencia". Hacer más humana la ciencia e introducir el humanismo en la enseñanza de la medicina es una obligación que nos compete a todos los que trabajamos en docencia universitaria. Estas aparentes dos culturas, la científica y la humanista, tienen en el campo de la medicina la mejor oportunidad para demostrar que están totalmente imbricadas y que forman parte del conjunto de conocimientos y valores de cada ser humano. Hasta aquí, mi discurso formal y académico. No quiero, sin em- bargo, terminar mis palabras sin recordar algunas situaciones de mi vida que fueron marcadoras para mi formación profesional. Sin duda , la influencia de mi padre y, a través de é l, la prese ncia de mi abuelo médico -médico rural de un pequeño pueblo de la Liguria- hicieron que pensara en Medicina como una opción profe- sional al terminar mis estudios secundarios. Sin embargo, mi paso por el Liceo N 2 3 y antes, el año que pasé en la Escuela N 2 20 de Niñas, fueron muy marcadores para entregarme un espíritu de es- tudio y superación. Mi recuerdo más emocionado para Orfa Gallar- do, mi profesora de 6 2 Básico, figura inolvidable por su calidad do- cente y con la que he pe rmanecido en contacto hasta ahora. Quie- ro destacar su figura en estos momentos porque entraña todo lo que Amanda Labarca h abría querido de una profesora. Ella, mu- cho más que yo, me recería este premio. Mi paso como estudiante por la Universidad de Chile lo sentí como un soplo, no sólo en el sentido de pe rcepción temporal, sino también como un tiempo vitalizador en que germinaron ideas, au- mentaron los conocimientos y se me inculcaron valores. Además co- nocí e ntrañables amigos, entre ellos el que llegaría a ser mi marido, compañero leal de tantos años, apoyador y sereno. 101

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