Huella y presencia (tomo VI)
Co:s:DECORACIÓ:--i AL M1tRJTO A~1A.,nA LAllARCA: DRA. Co1.m-1BA NoRERO A pesar de que Colomba dice ser miedosa frente a los temblores y, especialmente, frente a la violencia; a pesar de que dice ser mal genio y tímida y que no soporta la ineficiencia y la lentitud en e l trabajo; a pesar de su larga batalla para demostrar a los hombres que las mujeres podemos y somos buenas en lo que hacemos; a pe- sar de que dice que le cuesta enfrentar las situaciones complejas, y, a pesar de que enfatiza que no hay nada particular en su vida digno de resaltar, yo le diría a Colomba que su vida es la de una gran luchadora, la de una maestra al igual que lo fue esa gran mttjer que hoy celebramos con esta condecoración: A.manda Labarca, la de una humanista que ha tratado de transmitir a sus alumnos, a sus hijos y a sus nietos ese componente vital para que formemos personas de bien: el humanismo. DISCURSO DE AGRADECIMIENTO DRA. CoLOMBA NoRERO La distinción Amanda Labarca tiene connotaciones feministas y educacionales dadas las características de esta notable mujer, pionera de la incursión femenina en la alta docencia universitaria. Es por eso que con mucha humildad pero también con innegable orgullo agra- dezco la distinción que se me ha concedido, en representación de las tantas mttjeres que nos desempeñamos en la docencia de Medicina y de sus carreras afines. A pesar del indudable interés que ha tenido la causa feminista en Chile, no abordaré ese tema. Sólo quiero recordar que los esfuerzos feministas iniciados en nuestro país en los albores del siglo XX en los Centros Belén de Zárraga de la pampa salitrera, se ven más que re- compensados con el desempeño social , político y académico de la mujer en el Chile de hoy. Ya no se trata de preguntar como lo hizo Amanda Labarca en 1934 en su libro ¿Adónde va la mujer? Ahora sabemos que la mujer ha dejado de ser lo que ella llamó la "mujer espejo", aquella que abdicaba de su voluntad para ser fiel reflejo de la voluntad del hombre y hemos pasado a ser la "mujer lámpara", aquella con luz propia que en esa época era vacilante según el en- tender de Amanda Labarca y que ahora está convertida en un po- deroso fanal. Ya podemos asegurarle, como ella lo adelantaba, que "hombres y mujeres no somos iguales pero sí equivalentes, igual- mente necesarios a la vida y al desarrollo de la raza". Si e l siglo XX 97
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