Huella y presencia (tomo VI)
HUELLA Y PRESENCIA VI materno. Así pues, de la mano de su pololo Germán, siguió sus estu- dios y en sexto año de la carrera contrajeron matrimonio. ¿Por qué elegiste pediatría? Le pregunté, esperando una respuesta que re- velara una gran vocación. Pero, para asombro mío, me respondió que había urgencia de trabajar y frente a ofertas en Medicina Inter- na y Pediatría, la primera que salió fue pediatría. Olvidaba decirles que, cuando Colomba se recibió, obtuvo el premio a la mejor egresada mujer de su promoción, distinción que le fue entregada en este Salón de Honor. A pesar de sus premios, creo que los inicios de su vida profesional no fueron fáciles pues debía ser efici<;nte, ordena- da y, como ella confesó, "asquerosamente matea" y, a 1a vez, ser es- posa, madre, dueña de casa. El hecho de que Germán, su esposo, obtuviera una beca de postgrado en Osorno les ayudó a independizarse y les permitió conocer a Marta, quien ha ayudado a Colomba desde hace 40 años no sólo con las tareas de la casa, sino también con la crianza de sus dos hijos: Pablo y Marcela. Ahora bien, ¿qué hace Colomba en sus pocos ratos de ocio? Le gusta leer, escu- char música, escribir, viajar. Su libro de cabecera es "En busca del tiempo perdido" de Marce! Proust, curiosamente, pues una de las características de este autor es el relato lento y descriptivo, lo que pareciera oponerse a la aceleración de Colomba; pero, tal vez así logra la tranquilidad. Esta afición por los libros, pues es una lectora voraz, la comparte con su hija Marcela. Sus músicos predilectos son Leo Janacek y Anton Borgiac, pero también disfruta del jazz. Su hijo Pablo es su fiel acompañante en los conciertos. ¿Qué ha escrito Colomba, excluyendo sus publicaciones médi- cas? Antes de dar cuenta de ello quiero decirles que ella tiene cinco nietos: la número uno (Manuela), la número tres (Isidora) y la nú- mero cinco (Candelaria), hijas de Marcela y la número dos (Antonia), y el número cuadro (Felipe) hijos de Pablo. Durante unas vacacio- nes en el Sur de Chile, en que llovía y llovía y, naturalmente, los nietos se aburrían, surgió una mágica historia, "La historia de la mu- jer gelatina", relato oral de Colomba, que fue constituyéndose con el tiempo en un texto con diversos episodios y publicado posterior- mente como libro. En unas vacaciones en Tahití, disfrutando de las cálidas playas, nació el libro que Colomba editó: "Los cuentos de las primas", cuyas heroínas son sus nietas. Esta veta de Colomba la muestra en un ámbito que resalta por sobre su condición de científica, y que la muestra en su condición de humanista, y es esta combinación la que hace de ella una gran mujer. 96
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