Huella y presencia (tomo VI)
HUELLA Y PRESENCIA VI pas, de animales, teatro, gimnasios y una sala de cocinas como parte de la formación en economía doméstica que incluía, como si lo anterior no fuere suficiente, el manejo de un comedor de lujo, donde aprendía- mos lo exquisito del buen comer, del buen servir y del buen vivir. En el invierno gozábamos incluso del lujo de una piscina temperada. En este am- biente, mi espíritu curioso e inquieto se desarrolló ampliamente, y a~nque entre mis múltiples intereses estaba'n química y Dra. Marta VelascoR biología, los ramos humanistas recibían mi mayor atención. En mi casa existía una muy buena biblioteca la que junto con la del Liceo forjaron para siempre mi condición de lectora impenitente. Como parte de actividades extracurriculares del colegio fui Presi- denta del Centro Literario, preparándome para el bachillerato en Letras e ingresar luego a la carrera de abogacía, que era la que pare- cía más acorde con mis aficiones y habilidades. Sin embargo, un inci- dente casual como el lanzamiento de una zapatilla de gimnasia a un lugar y persona equivocados, torció mi destino, siendo expulsada del área humanista y obligándome a elegir entre el curso científico y el artístico. La sabia orientación de mis padres, que querían para noso- tros una carrera liberal, que por entonces eran Arquitectura, Leyes, Medicina, Dentística e Ingeniería, unida a una vocación oculta o in- cluso inexistente en ese entonces, hicieron que de manera natural y sin demasiadas tribulaciones me decidiera por lo científico. El puntaje que obtuve en el bachillerato en biología me permitió ingresar a los 16 años a la carrera de Medicina de la Universidad de Chile, en el segundo lugar de la promoción de 1948. En esa época la Universidad Católica negaba a las mujeres el acceso a esa cátedra. Mis h ermanas, por su parte, fueron también todas profesionales: una médica, dos dentistas y una abogada, todo lo cual hizo que en nuestro hogar paterno se mantuviera la enriquecedora diversidad de ideas y opiniones que experimenté en el colegio, que hicieron que el debate entretenido estuviera siempre presente en las reuniones en el interior de una familia con fuerte raigambre en el concepto de un clan, abierto sin embargo al mundo y muy especialmente a los amigos y la comunidad. 72
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