Huella y presencia (tomo VI)

DR. Eol'ARDO Rq¡As bién para investigadores de variadas otras instituciones chilenas y extranjeras. La preocupación de Guayo ha sido constante, siempre presente independientemente de los miles de kilómetros que po- dían separarnos. Los muy cercanos, los medio cercanos y también los lejanos sabían que podían recurrir a él y tener siempre una res- puesta. Sus venidas a Chile significaban no solamente las palabras y el consejo sabio, sino todos aquellos detallitos para el laboratorio que podían facilitar nuestros experimentos cotidianos. El capital de conocimientos que Guayo nos dio y también el apo- yo en equipos que nos permitió hacer los experimentos, nos posibi- litó desarrollarnos y ser competitivos en los proyectos y, por lo tanto, ha sido la capitalización de la ciencia que Guayo ha legado a esta Facultad y a la investigación en Chile. Eso es lo que hoy, con alegría, siento que se empieza, por fin, a reconocer. Por mi memoria pasan nombres de numerosos científicos chile- nos y extranjeros, los que necesariamente tienen en su camino una marca y una huella de nuestro Guayo en su devenir como científico. Si tuviese que elegir dos palabras para definir a Guayo diría sin lugar a dudas: maestro y generoso. Guayo impactó mi vida y la de muchos, nos transmitió algo que seguro también él recibió de un Mario Luxoro o de un Bjon Holgrem, grandes hombres visionarios y forjadores de generaciones de científicos. A Mario, alguna vez, le escuché decir "soy feliz cuan- do mis alumnos han llegado a ser y a saber mucho más que yo", eso ha sido también Guayo y quisiera con humildad imitarlos a ambos en esta premisa. Guayo, gracias por ser Guayo, gracias por haberme permitido ac- ceder a tu genialidad, y también a tu genio en el estricto significado. A tu humanidad, a tus concordancias y también a las discordancias. Gracias por tu risa fácil y también a tus enfados, gracias por la acogi- da en el seno de tu familia más de una vez, gracias por los 18 de Septiembre en tu casa de Bethesda con olor a tierra lejana, gracias por tus cantos y por tus bailes y gracias también por apagarnos la luz cuando decidías que la fiesta se acabó y cada uno se fuera para su casa. Gracias porque, aunque a retazos, viste crecer a nuestros hijos, te involucraste con ellos.jugaste fútbol con ellos y pasaste a ser el tío Guayo; gracias porque la vida cotidiana de tus colaboradores tam-. poco te ha sido ajena; gracias por todo lo que eres, gracias por haberte tenido y seguir teniéndote con nosotros. 265

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