Huella y presencia (tomo VI)

Dr. Eduardo Rojas HUELLA Y PRESENCIA VI Guayo nos dijo que la oportunidad de tra- bajar en investigación con estas disciplinas estaba en la biología, en un área emergen- te que -creo por primera vez escuché-: la Biofísica. Con entusiasmo y energía nos fue mostrando que era un mundo que nos es- peraba y donde había mucho que hacer. De más está decir que una de las reclutadas fui yo. Los momentos históricos que se vi- vían me hicieron optar por upa formación en Chile en la Facultad de Ciencias de San- tiago, a diferencia de muchos de mis con- temporáneos que fueron a hacer sus postgrados al extranjero. Para ambos gru- pos los acontecimientos inmediatamente posteriores modificaron dramáticamente nuestros planes; a algu- nos para siempre y a otros, como yo, nos hicieron más largo el reco- rrido. El plan inicial, en mi caso, era hacer una serie de cursos que completaran mi formación en física y matemáticas (la licenciatura) junto con empezar en otros temas que fortalecie ran mi formación biológica. Era la etapa de transición de lo "abiológico" total a un nuevo lenguaje que me parecía lejano y difícil, pero que estaba decidida a enfrentar. Haría luego una tesis con Guayo apoyada por la Universidad de Chile d e Valparaíso. Hasta ahí todo iba bien. Mi primer acercamiento a la biofísica como tal fue e l curso de "Biofísica Internacional de Montemar", donde Guayo e Illani me enseñaron a disecar una fibra de nuestro típico "picoroco"; era agosto del 73... sería la primera experiencia y la última por mucho ti empo. Des- pués de una inevitable ventana no deseada retomé la formación en física en la Pontificia Universidad Católica de Santiago, quien reci- bió en sus aulas alumnos y profesores que no podían seguir en sus lugares de origen. La orientación era diferente, volví a la física pro- piamente tal y luego a hacer ayudantía y cursos de física en las ca- rreras de Ingeniería de la Universidad Católica. Parecía que el rum- bo había cambiado. Sin embargo, aunque Guayo en esos tiempos estaba lejos, su influencia nuevamente se hizo presente a través d e uno de sus discípulos. El retorno de Enrique Jaimovich a Chile (lo había conocido en el curso de Montemar) abrió nuevamente una pue rta para retomar el camino desviado. Mi incursión en experimentos de monocapas de lípidos dio paso 262

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