Huella y presencia (tomo VI)

GUAYO MAESTRO GENEROSO Dra. Gloria Riquelme G)NodA GUAYO UNDÍA CUALQUIERA EN 1.osAmTADOS MOMFNros de comien- zos de la década de los 70; día que dejó de ser "cualquiera", pues eso significó un vuelco definitivo y un impacto que marcó toda mi vida futura. Desde ese día Guayo se implicó directa e indirectamen- te en muchas de las decisiones cruciales que mi desarrollo académi- co demandó, por preocupación propia o a través de su legado, ya que muchas veces fueron sus discípulos cercanos quienes también jugaron roles importantes en este camino. Camino, que a pesar que ha sido sinuoso tenía, al parecer, el destino de dar un paso para siem- pre "desde la matemática y la física hacia la fisiología", ruta académi- ca seguida por quien les habla. Con respeto y con pudor pido disculpas por los párrafos autorreferentes de esta intervención, pero mi biografía está muy ligada a lo que hoy quiero decirle a Guayo y también contarles a ustedes. Corrían los años de reforma universitaria. La discusión y la acade- mia iban de la mano. Éramos la juventud comprometida que creía poder cambiar, no sólo las cátedras universitarias, sino el mundo con su injusticia. Periodo de grandes cambios y también de llegada a nues- tras aulas de nuevos profesores a un Instituto de Ciencias en Valparaíso llamado Palmenio Yáñez, que se convirtió en la Facultad de Ciencias y Matemáticas postreforma, de la flamante sede la Universidad de Chile de Valparaíso. Uno de sus decanos fue B. Holgrem, quien rápi- damente se preocupó de la formación de los jóvenes que se perfila- ban como futuros académicos. Entre aquellas actividades hubo una conversación con un joven científico ya de connotación internacio- nal, que había sido su alumno en la Escuela de Medicina de Santiago: Eduardo Rojas, "el Guayo". El Dr. Rojas se dirigió en particular a aquellos que estábamos por recibirnos de profesores de Matemática y de Física con interés en seguir profundizando en estas materias en postgrados posteriores. 261

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