Huella y presencia (tomo VI)
GONZALO SEPÚLVEDA DAGNINO Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Maestro de la Cardiología Chilena Prof Dr. Eduardo Rosselot Jaramillo "G ONZALO SEPúLVF.DA FUI, UN HOMJJIU, A CAi/TA CAIIAI., dilecto amigo, es- poso y padre también ejemplar. Como profesor (llegó a ser desig- nado Profesor Emérito) de la Facultad de Medicina de la Universi- dad de Chile, encamó nuestros mejores valores, los eternos valores universitarios, que cruzan el saber, los espíritus y nuestras volunta- des . Sobrio, franco, realista, afable y cálido, estudioso hasta el final, desinteresado, con desapego a los bienes materiales." Con tales palabras, el profesor Miguel Oyonarte, Director del Cen- tro Cardiovascular del hospital Clínico de la Universidad de Chile, describió al doctor Gonzalo Sepúlveda, en sentido homenaje en el camposanto, al hacer alusión a su personalidad y a una vida entrega- da a su familia, a la medicina, a la universidad y a quienes buscaron en él la salud o el consuelo para los embates de sus afecciones cardía- cas. Esas expresiones fueron, sin duda, mucho más que una descrip- ción encomiástica y la manifestación de un acendrado aprecio, al despedir a un hombre que culminó brillantemente una carrera aca- démica y llevó a cabo una vida sin tacha, con el cariño de todos quie- nes lo conocieron y apreciaron su liderazgo y sus acciones. Fue una referencia fiel y elocuente para reconocer su valía y explicitar las cua- lidades con las que logró la adhesión, el respeto y el afecto de quienes dependieron de él, de sus pares y d e a quienes él se entregó comprometidamente. Con la autoridad que me otorga el haber sido uno de sus discípulos, me atrevo a decir, más próximo; haber sido su alumno en clínica, trabajando a su lado prácticamente desde mi egreso de la Escuela de Medicina hasta asumir las responsabilidades acadé- micas que me alejaron del quehacer clínico, y haber recibido no sólo su influencia sino que su amistad inapreciable, podría asegurar que sus rasgos personales y sus méritos no sólo son dignos de describirse, sino que, con justicia para su vocación docente, requieren ser re- cordados y destacados, para modelo de quienes hoy se forman y se sientan llamados a emular sus virtudes. 255
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