Huella y presencia (tomo VI)
HUELLA Y PRESENCIA VI Al Dr. Artigas se le encargó la misión de acompañar a este doctor durante su estadía en Santiago. El joven Dr. Bazán resultó ser el Jefe de la Unidad de Quemados en el hospital de Niños de Lima, por lo que desde ese momento sus conversaciones se centraron en un único tema: "Los niños quemados". Todo lo que iba ~prendiendo lo aplicaba de inmediato en sus pacientes, mejorando notablemente los resulta- dos. Gracias a esta estrecha y prolongada amistad, El Dr. Artigas fue el invitado de honor de la Sociedad Peruana de Quemadur¡ s para ren- dir un merecido homenaje a su amigo Augusto, que en el 2000 recibió el premio COSAPI del Perú. En 1959, la Sociedad de Cirujanos de Chile organiza un curso so- bre Quemaduras para lo cual invita al Profesor Fortunato Benaim de Argentina. Sin haber sido promocionado adecuadamente, a pocos días de su inicio contaba sólo con dos o tres inscritos, por lo que se le. pidió ayuda a la Sociedad de Cirugía Plástica Reparadora. El Presi- dente de la colectividad y amigo personal del Dr. Artigas le solicitó colaboración. En pocos días ya se habían inscrito 11 alumnos y termi- nó con 70 interesados. La cercanía con el Dr. Benaim no sólo le permitió aprender aún más sobre el tema, adicionalmente nació una estrecha amistad que dura hasta nuestros días. El siguiente paso era conseguir que sus superiores aceptaran la idea de concentrar a los pacientes quemados en un único lugar. Esto lo obtendría el 18 de mayo de 1960 cuando inaugura la Primera Unidad de Quemados de Chile. Era pequeña, sólo contaba con 5 camas, pero era un gran logro. A ella se incorporaron pacientes que ya tenían entre 300 y 500 días de hospitalización. En esta Unidad, los pacientes eran atendidos por un mismo perso- nal médico y paramédico, con métodos similares y rigurosos análisis de resultados. La mejoría de los hospitalizados fue notable. Disminu- yeron drásticamente los días de estada, mientras aumentaba la pre- sión asistencial para hacer crecer la unidad. Esto lo logra en 1963, cuando consigue que le asignen el sitio de los antiguos pabellones quirúrgicos, destruidos por una violenta ex- plosión de cilindros de ciclopropano. En 1964 inaugura la nueva Unidad de quemados; esta vez con 16 camas. Contaba además con una sala de curaciones, una de balneoterapia y oficina para el MédicoJefe. Asimismo, se aumentó la dotación de personal por lo que contaba con un médico más. 242
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